El bloque de la investidura evita castigar al PSOE por los casos de corrupción
22 dic 2024 . Actualizado a las 05:00 h.Las jornadas de infarto se han convertido en rutina para el Gobierno. El pasado jueves, Pedro Sánchez volvió a sortear el desastre con la aprobación final de una reforma fiscal que dista mucho de ser la que habría deseado, pero que le valió para solicitar a la UE al día siguiente el quinto pago de los fondos del plan de recuperación por valor de 25.000 millones de euros entre subvenciones (casi 8.000 millones) y préstamos. El Congreso también levantó el veto del Senado a la ley de eficiencia de la justicia, proyecto estrella de Félix Bolaños. Pero lograrlo costó al Ejecutivo una vez más mucho esfuerzo.
En 24 horas quedó condensada la esencia de este mandato. Nervios a flor de piel, negociaciones extenuantes hasta el último minuto y cesiones al grupo que más aguanta la posición sin pestañear y que sirven, en el mejor de los casos, para solventar el problema urgente, la votación del día, pero abren en el medio plazo nuevos frentes con los demás. «Llevamos un año de legislatura y parece un lustro», resumía un diputado del bloque de la investidura. «Esto hoy puede acabar como la Matanza de Texas o Emmanuel negra en el valle de los zombis (título de una canción de Colonia Jardín versionada por Siniestro Total)», ironizaba a su vez, con las conversaciones aún empantanadas, un dirigente socialista.
Sánchez trata de desdramatizar la situación. «Creo que esto dice mucho de lo que está haciendo este Gobierno desde hace ya seis años y es sudar la camiseta. Peleamos todos los partidos, hasta el último minuto, hasta el último segundo. No damos por perdido ninguno. Esa es la actitud que pido a mis ministros y ministras», adujo desde Bruselas pocas horas después. Que los partidos no se dan por perdidos, sin embargo, es tan cierto como que el más crucial, el de los Presupuestos, no se ha disputado porque el Gobierno ha ido retrasando su celebración por temor a una derrota. La Constitución establece que el Gobierno debe presentar su proyecto ante el Congreso «al menos tres meses antes» de que expiren las cuentas del año anterior, esto es, como tarde el 30 de septiembre. El Ejecutivo está funcionando con los Presupuestos del 2023 porque nunca llegó a presentar los del 2024, aduciendo diversas excusas.
La perspectiva ya ha hecho que sus aliados parlamentarios se sitúen en posición de máximos. Porque también sufren los sinsabores de formar parte de una mayoría poco heterogénea y con visiones contrarias en determinados asuntos, como la política fiscal, y también ellos tienen que hacer ver a sus electorados que cuando ceden no es porque no peleen. La duda es cuánto tiempo les va a compensar mantener la situación. Por lo pronto, el «calvario judicial» que el PP augura una semana sí y otra también a Sánchez —especialmente intenso en esta última semana con la declaración de su esposa, Begoña Gómez, el suplicatorio para juzgar al exministro Ábalos, los informes de la Guardia Civil sobre los volcados de los móviles del fiscal general, Álvaro García Ortiz, y el exlíder del PSOE-M Juan Lobato— no hacen mella en la actitud de su potenciales aliados.
Aversión al PP
Pero el jefe del Ejecutivo siempre ha pensado que la aversión al PP y Vox era el mejor pegamento y, aunque ni Junts, ni sobre todo el PNV, estén dispuestos a unirse a ellos en una moción de censura, ya han demostrado no tener miedo a hacerlo ocasionalmente cuando les convenga.
Los únicos que expresamente garantizan su intención de dar estabilidad al Gobierno son los nacionalistas vascos y Bildu. El resto, no. Desde el partido de Carles Puigdemont —que ahora exige a Sánchez que se someta a una cuestión de confianza— a Podemos, todos enseñan los dientes. Los mensajes de que la credibilidad de Sánchez está en mínimos y que debe cumplir sus compromisos pendientes para que algunos de los grupos se sienten siquiera a negociar los Presupuestos son ya constantes. Tras su nueva elección como líder de ERC, lo hizo Oriol Junqueras, que recordó que está pendiente el concierto catalán. Pero también la portavoz de Coalición Canaria, Cristina Valido, puso en valor su escaño y, tras recordar al presidente asuntos pendientes en inmigración e infraestructuras, le espetó un «no somos sus socios». Incluso la vicepresidenta Yolanda Díaz estalló contra el PSOE por no querer forzar que la reducción de la jornada laboral a 37,5 horas sea aplicable ya en el 2025:_«¿Cómo hacemos política, engañando a la gente?».
El PP califica de «delirio agónico del sanchismo» el respaldo a García Ortiz
La portavoz adjunta del PP en el Congreso, Cayetana Álvarez de Toledo, tildó de «delirio agónico del sanchismo» que Pedro Sánchez diga que «tenemos que pedir perdón al fiscal general del Estado por borrar pruebas, es decir, por presuntamente cometer un delito de obstrucción a la Justicia.»
Álvarez de Toledo denunció que en estos momentos hay «un proceso de profunda degradación de las instituciones, de degradación democrática, incluso una deriva desquiciada, antidemocrática, encabezada por el presidente del Gobierno».
«Todos la habéis visto en las últimas horas con sus últimas declaraciones después de que hayamos sabido que el Fiscal General del Estado ha borrado pruebas y ha salido el presidente del Gobierno a decir que pidamos perdón al Fiscal General del Estado por borrar pruebas, es decir, por presuntamente cometer un delito de obstrucción a la Justicia», dijo.
A su juicio, ello indica que «ya estamos en una fase prácticamente de delirio agónico del sanchismo. Son declaraciones que dejan en evidencia hasta qué punto el presidente Gobierno ha perdido el sentido de la realidad».
«La España constitucional va a prevalecer, el sanchismo se va a acabar, pero tenemos que trabajar día a día para que eso suceda», reclamó la diputada, que pidió a los militantes del PP de León, a cuya comida de Navidad asistía, que «sigan trabajando duro por España y la democracia».