El triple crimen de los Gutiérrez Ayuso: una estafa por amor y 36 años de cárcel
ESPAÑA
La Fiscalía ve homicidio, no asesinato, en la muerte de la familia de Morata hace un año, y la defensa del autor confeso busca atenuantes por anomalía psíquica y obcecación
25 ene 2025 . Actualizado a las 20:01 h.La muerte violenta de los hermanos Gutiérrez Ayuso en Morata de Tajuña (Madrid), en diciembre del 2023, quienes fueron hallados en el interior de su vivienda apilados y semicalcinados, será juzgada como tres delitos de homicidio, pero no de asesinato. Así lo considera la Fiscalía, que pide 36 años de cárcel para el autor confeso, el ciudadano paquistaní Dilawar Hussain Fazal, alias El Negro. Su defensa comparte la calificación, aunque solicita una rebaja de la pena hasta siete años y medio de prisión al incluir varias circunstancias atenuantes.
En su escrito de conclusiones provisionales, al que ha tenido acceso este periódico, el ministerio público describe el modo de ejecución de los crímenes de Amelia (72 años), María Ángeles (75) y José (78), aunque sin entrar en el trasfondo ni en la motivación del acusado. La investigación de la Guardia Civil desveló que el móvil fue que Dilawar prestó 59.500 euros a las dos hermanas, quienes estaban siendo víctimas de dos estafadores del amor.
Amelia y Ángeles habían prometido a su homicida multiplicar hasta por cinco su inversión, ya que estaban convencidas de que mantenían un romance con unos militares norteamericanos a los que conocieron por internet y que les estaban sacando el dinero bajo la promesa de cobrar una herencia millonaria. Dilawar entró en el juego y hasta vendió su locutorio, pero no recuperó ni un euro, pese a que lo necesitaba para costear el tratamiento de su madre enferma, quien acabó muriendo en febrero del 2023.
En ese contexto, la mañana del 17 de diciembre de ese mismo año acudió al domicilio de los Gutiérrez Ayuso, escaló un muro y llamó a la puerta. Le abrió José, el mayor, que sufría una discapacidad psíquica. Una vez dentro, «el investigado, con intención de causarle la muerte o siendo consciente de esa posibilidad, le propinó múltiples golpes en la cara y la cabeza». Para ello, presuntamente utilizó un palo de hierro o un objeto contuso, largo, rígido y pesado de similares características. A continuación, con ese mismo arma, se acercó a Amelia y, «con idéntica intención», le propinó «múltiples golpes en la cabeza». Después hizo lo propio con Ángeles. Los tres murieron por traumatismos craneoencefálicos.
La Fiscalía agrega que dos días después Dilawar volvió a la vivienda y prendió fuego a los cadáveres, que quedaron parcialmente carbonizados. También afirma que este tenía una orden de alejamiento de 500 metros de Amelia, a quien golpeó meses antes con un martillo porque no le había devuelto su dinero. Admite el acusador que tenía disminuidas sus capacidades intelectivas de forma leve debido a que presenta un trastorno de la personalidad donde predominan «rasgos paranoides», apreciándose una «carga progresiva de frustración» por la situación ruinosa en la que se encontraba, ya que se mantenía con un subsidio de 480 euros desde que salió de prisión por el martillazo a Amelia.
Una tesitura vital
Reclama, por todo ello, que sea condenado por tres delitos de homicidio a 12 años de prisión por cada uno, a los que habría que sumar otros ocho años en régimen de libertad vigilada y una multa de 8.100 euros por el quebrantamiento de la orden de alejamiento. La defensa del acusado, que dirige la letrada Natalia Checa Rivera, de Lemnis Abogadas, se muestra conforme, ya que se ajusta a la declaración judicial de Dilawar y a las pruebas practicadas.
No obstante, aunque reconoce la existencia de delitos de homicidio, argumenta una serie de circunstancias que podrían modificar su responsabilidad penal. Relata que el paquistaní carecía de antecedentes antes de que se produjera la agresión con el martillo y tenía un comportamiento «totalmente ajustado a la normalidad», puesto que regentaba un locutorio que servía de sustento familiar. A las dos hermanas, apostilla, las conoció en dicho negocio, donde ellas le contaron que debían enviar dinero al extranjero para cobrar una supuesta herencia millonaria.
La abogada de Dilawar alega que este empezó a pensar que la estafa había sido orquestada por las hermanas, puesto que había más afectados. Con motivo de los 59.500 euros que les prestó, «se vio inmerso en la tesitura de no tener dinero para enviar a su familia, que vive en Pakistán, ni sostener sus gastos aquí, sintiéndose estafado», según recoge el escrito de defensa. Incluso, las consideró «responsables» de la muerte de su madre: el motivo último de su sangrienta venganza.