El virus del que nadie está a salvo
Fallecen más mayores que jóvenes por covid, pero la edad no es ningún salvavidas en esta pandemia
redacción / la voz
«El covid puede ser grave a cualquier edad». La frase la repiten los médicos a diario. En cada titular, con cada tuit. Pero, quizás porque resulta más fácil pensar lo contrario, sigue imponiéndose el discurso de que el virus va a por los mayores. Es cierto que se cebó con ellos, porque el 71,5 % de las víctimas de la pandemia en Galicia tenían más de 80 años. Pero no menos real es que son muchos los jóvenes que terminan en la uci tras ser diagnosticados de coronavirus. Si algo ha mostrado este año de pandemia es que nadie está a salvo. Ni siquiera teniendo el divino tesoro que es la juventud. Ni siquiera siendo delgado, sano, deportista y joven.
Dice el virólogo José Alcamí, doctor en Microbiología y coordinador del grupo de análisis científico del covid del Instituto de Salud Carlos III, que hay algo que se les escapa en la transmisión del virus. Quizás sea demasiado pronto para tener respuestas claras a por qué dos personas con condiciones similares y que se contagian a la vez pueden correr suertes tan distintas: una ser asintomática y otra ir a la uci. «El sistema inmunitario es algo tan complejo... Cada uno responde de forma distinta», añade el neumólogo pontevedrés Adolfo Baloira.
En Galicia hay ejemplos llamativos. En una residencia de Cambre vive Manuela Sanjosé, que superó el covid a los 104 años sin haberse vacunado y sin pasar por el hospital. Sin embargo, Moncho, vecino de Ponteceso, de 46 años y sin patologías, falleció de covid a las pocas horas de llegar al hospital pese a que había bajado de la ambulancia por su propio pie.
Son los extremos del covid, los contrastes que obligan a ponerle el apellido de imprevisible. Y que llevan a los médicos a seguir advirtiendo que nadie tiene un salvavidas en esta pandemia. El virus enferma más a unos que a otros. Pero los otros siempre pueden ser los unos.
José Luis Casal: «Entré en críticos con 190 kilos y covid. Dios no me dejó morir»
No hay boda gitana que se precie que no cuente con la música y el saber hacer de Jarry Dj. Él es José Luis Casal, un vecino del poblado de O Vao (Poio) de 27 años de edad, al que el covid estuvo a punto de apagarle su melodía. Jarry, como le gusta que le llamen, se contagió de covid a mediados de enero, al igual que otros vecinos del poblado: «Fue tremendo el brote que tuvimos. Se murieron varias personas. Es una tragedia», explica. Tenía mucha fiebre e ingresó en el hospital el 21 de enero, con una neumonía bilateral y una situación comprometida: «Entré en críticos con 190 kilos y covid. Dios no me dejó morir. Yo pensé que me iba, estuve intubado y boca abajo once días», cuenta. Cuando salió de la uci, no conocía a nadie: «Perdí la memoria. Luego la fui recuperando y ahora sí que tengo. El problema es andar: de momento apenas ando, no soy capaz».
«Estuve muy malito, no se me va a olvidar»
En once días en la uci, adelgazó 28 kilos. Sabe que tiene que seguir haciéndolo para preservar su salud: «Dios me libró de esta, ahora me toca a mí cuidarme y adelgazar. Estuve más de un mes hospitalizado, muy malito, no se me va a olvidar», afirma. Luego, se le rompe la voz al contar lo que pasó en su casa mientras él estaba hospitalizado: «Me emociona pensar que mi tío Jesús se ocupó de mis críos, que ayudó a mi mujer en todo. Porque tenemos tres hijos, de 8, 5 y 1 año, y él fue el que sostuvo a la familia mientras yo estaba tan mal».
Fue dado de alta el último día de febrero. Sigue delicado: «Casi no ando. En el hospital me hacían rehabilitación y ahora lo intento yo solo. Ojalá avance».
Marcos Álvarez: «Con 30 años, sano y deportista, pasé de tener tos a estar en la uci»
Marcos Álvarez, natural de Ferrol, no tenía muchas papeletas para que el covid lo llevase a la uci. Es joven, no tiene obesidad, ni sufre otras patologías. Sin embargo, acabó en críticos: «Con 30 años, sano y deportista, pasé de tener tos a estar en la uci. Menos mal que la bajada fue tremenda, pero la subida después también, y me recuperé bien», señala él.
Marcos vive a caballo entre Ferrol y Madrid, donde tiene su empresa de servicios financieros. Antes de Navidad, pensaba en venir a Galicia. Antes de ver a nadie, ya preveía hacerse un test de antígenos: «Tenía cita para la prueba y empecé a encontrarme mal, estaba muy cansado». Dio positivo por covid y se aisló en Ferrol. «Me encerré y los tres primeros días tuve bastante fiebre. Después, lo que me pasaba era que tenía mucha tos. Me levantaba y tosía tanto que tenía que volver a acostarme, eran unos ataques tremendos. Yo pensaba que era normal. Pero un amigo médico me llamó y me dijo que tenía que ir al hospital. Vino una ambulancia a buscarme», explica.
«Los médicos no podían creerse que no llegara a sentir la falta de aire»
Una vez en el hospital, le dijeron que tenía una neumonía bilateral y quedó ingresado en planta. Pero poco duró ahí: «Estuve una noche en la habitación y me bajaron a la uci. Los médicos no podían creerse que tuviera el nivel de oxígeno tan bajo y que yo no llegase a sentir la falta de aire». Fueron cuatro días en críticos. No necesitó intubación, solo distintos tipos de máscaras de oxígeno y su mente positiva: «Era mi primera vez en una uci y fui consciente de todo. Me mantuve optimista: solo me preocupaba lo que estaría pasando mi familia».
«Me puse de parto con covid, ni toqué al bebé y dio positivo tras nacer»
maría hermidaTamara Prado dio a luz enferma y su hijo, Aarón, nació con coronavirus: «Pensé que me moría». Los dos lo superaron
Con 30 años, la coruñesa Tamara Prado vivió en enero su tercer parto. Creía que lo tendría fácil después de haber traído al mundo a Adolfo, que tiene 3 añitos, y al terremoto Antonio, que acaba de echar a andar. No fue así. El covid se invitó solo al nacimiento y eso lo cambió todo. Las cosas se torcieron después de Reyes. «Una persona que trabaja con mi marido se contagió y mi esposo y yo empezamos a tener síntomas. Perdimos el olfato y el gusto y a mí me subió la fiebre. Ese ya fue un buen susto, porque yo estaba embarazada y además ya tenía contracciones desde hacía tiempo», cuenta. Sus dos hijos mayores dieron negativo. Los enviaron con los abuelos para poder aislarse. Fue un error: «Los críos acabaron dando positivo y los abuelos también, al igual que mis cuñados. Los pequeños fueron asintomáticos, pero los mayores estuvieron hospitalizados».
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