
El gurú británico de la pedagogía analiza los problemas del sistema educativo actual
08 nov 2015 . Actualizado a las 05:00 h.Asesora a gobiernos y empresas innovadoras como Telefónica, Microsoft o Harrods que quieren seguir evolucionando «pero se lamentan de que a quienes emplean carecen de las habilidades que ellos necesitan desesperadamente». Su pasión por la innovación educativa la traslada también a estas esferas convencido de que la nueva educación es tarea de todos, no solo de los políticos. Su labor divulgadora le lleva por distintos foros pidiendo la sustitución de nuestro modelo caduco por más creatividad en las aulas, emoción, transversalidad en las materias, trabajo en equipo y espíritu crítico para ayudar a los niños a diseñar mejor su currículo en el siglo XXI. Con este Premio Nacional de Educación y exdirector de la escuela londinense Grange Primary School, que pasó de conflictiva a una de las más innovadoras del mundo, charlamos en el foro La educación del ser organizado en Madrid por la Fundación Promete.
-Usted dice que es necesario un cambio radical del sistema educativo. ¿Quién teme más lo cambios: los colegios, los padres o los gobiernos?
-Todos tienen miedo. En los últimos 20 o 30 años todos se han percatado de que necesitamos cambios pero seguimos intentando hacer más eficiente el sistema que tenemos en vez de preguntarnos qué necesitamos para transformarlo. Los padres tienen miedo porque quieren la mejor educación para sus hijos pero ahora ya no está claro lo que los niños necesitarán en el futuro así que no sabemos cómo tendría que ser el sistema educativo. Los educadores tienen miedo porque están acostumbrados a hacer su trabajo siempre igual. Y los gobiernos tienen miedo porque no quieren hacer cambios radicales que asusten a los padres que les votan.
-Defiende la «escuela feliz» que es lo que ha creado en la Grange Primary School. ¿Se puede construir una escuela divertida y feliz sin recurrir solo a la tecnología?
-Por supuesto. La educación siempre ha estado volcada en el desarrollo del ser humano y para hacerlo se necesitan altos niveles de interacción. La tecnología es una herramienta maravillosa pero no hace la escuela. La escuela se mete en el corazón los niños a través de la emoción, de un lugar donde se sienten felices, relajados y seguros, igual que los profesores. La tecnología no puede conseguir esto, solo es una parte del proceso.
-¿Y tampoco la tecnología en las aulas es una solución para el cambio?
-La tecnología no es la solución. Al principio pensamos que sí y hace 20 años cometimos el error de poner ordenadores en todas las aulas pensando que nos ayudarían a cambiar el mundo pero no lo han hecho. Y después las hemos llenado de pizarras digitales y tampoco. Tampoco nos está ayudando a cambiar el mundo todos los wifis que hemos colocado en los colegios, ni las tabletas ni los smartphones. La tecnología es una herramienta fantástica pero no es una solución para mejorar la educación.
-¿Otro modelo de educación evitaría el uso de tantos medicamentos para centrar la atención de los niños?
-Sí, las enfermedades mentales infantiles y juveniles están aumentando en el mundo de forma dramática. Lo que tenemos que hacer es ayudar a nuestros hijos a lidiar con esa incertidumbre en un momento en que el mundo es más grande que nunca porque no hacerlo está dejando adolescentes con altas tasas de baja autoestima y graves problemas de salud mental. Ellos necesitan que les indiquemos ya hacia dónde ir.
-Los niños hoy día están acostumbrados a interactuar en los distintos mundos de los videojuegos como en Skylanders. ¿Sería útil crear contextos múltiples para que interrelacionen todas las materias?
-Sí, creemos ciegamente en que tenemos que encontrar la forma de que todas las asignaturas convivan juntas porque las enseñamos de forma separada aunque el mundo no las separa, el mundo no funciona así. Los niños juegan de forma interactiva usando un montón de habilidades diferentes ?matemáticas, ciencias, lengua?? que de adultos también se despliegan a la vez, y esto les da una riqueza de contextos y experiencias que les permite manejar simultáneamente diferentes niveles de capacidades y conocimientos.
-¿Qué es lo más innovador que hoy se está haciendo en educación?
-Es muy complicado de precisar. Los colegios corren enseguida a adoptar la mayoría de las novedades educativas, relegando incluso otras que funcionan, lo cual no significa que la última sea la más innovadora. La última hay que asumirla como una idea más dirigida a innovar pero no como la principal. Otro problema es que muchas de las innovaciones que vemos actualmente en educación no están diseñadas para hacer el sistema educativo actual más eficiente. Una superinnovación educativa antes de posicionarse al principio de la lista tiene que definir lo que la educación debería ser, y preguntarse cómo, cuándo y cómo vamos a educar a nuestros hijos en el futuro. Por eso es tan difícil de conseguir ya que entraña cambiar el contexto, filosofía, enfoque y hay muy pocos lugares en el mundo donde se esté haciendo este proceso.
-¿Puede ser un colegio innovador sin una gran inversión?
-Sí, y esto tiene que ver con que la educación está basada en las relaciones humanas y la interacción. Con una buena inversión se puede dinamizar y transformar antes una escuela, pero no se necesita dinero para cambiar el modo en que la escuela se relaciona con el alumno.
-La educación en inteligencias múltiples ¿es el camino a seguir o lo es el emprendimiento?
-Aquí volvemos a hablar de superinnovación. Hay mucho trabajo hecho sobre las inteligencias múltiples pero su mensaje fundamental es que cada ser humano es diferente e impredecible por lo que el reto es abordar las inteligencias múltiples desde el sentido común. Esto simplificará mucho este debate. No se puede crear un sistema y empujar a todos los niños hacia este único sistema y esperar que cumpla las expectativas y objetivos de todos. Igual cuando hablamos del emprendimiento desde la escuela aludimos a características humanas como asumir riesgos para resolver problemas, colaborar para ser innovadores. Todas son cualidades humanas y ambos sistemas las favorecen pero etiquetándolas generamos debates innecesarios y confusión que nos impiden avanzar con garantías en la mejora de la educación.
-¿Hay que empezar a formar a los niños como si fueran a ser líderes de una empresa?
-Tenemos que dejar de pensar que los niños son vagos y no quieren aprender, que es en lo que se basa el caduco sistema actual basado en la cultura de la incompetencia. Hay que diseñar un sistema educativo que trabaje sobre la cultura de la excelencia, que es la que usan las empresas más exitosas y dinámicas, y es la filosofía con más éxito. Su tesis es que todas las personas son excepcionales y todos los niños que van al colegio quieren aprender del mundo porque son ambiciosos, no vagos.
-¿Qué profesionales podemos perder por el camino si no educamos a los jóvenes en el pensamiento crítico?
-Podemos perder a todo tipo de perfiles porque el futuro es cada vez menos predecible sobre todo cuando las máquinas y los ordenadores hagan el trabajo que hoy día no hacen. Así que a estos jóvenes, entrenados para hacer un día un trabajo que ya no tendrán, hay que darles la herramienta de la creatividad para que sean capaces de crear su propio trabajo, agruparse y colaborar para generar ideas y puestos de trabajo, o emprendimiento desde las empresas, desarrollar servicios y estructuras. Nuestros hijos vivirán una vida en a que siempre estarán buscando oportunidades frente al trabajo estable conocido. Así que hay que enseñarles a verse a sí mismos como individuos que tendrán que desenvolverse en un entorno colaborativo y a pensar de forma crítica.
-¿Están los gobiernos más interesados en crear acuerdos comerciales con las compañías del sector TIC que en la verdadera innovación?
-Sí, esto es muy peligroso. Las políticas educativas de la mayoría de los países occidentales de los últimos 50 años siempre han dejado que las universidades y las editoriales controlen la forma de pensar de los gobiernos. Ahora las empresas tecnológicas y las editoriales tradicionales están centrando su interés en la educación digital y convirtiéndose en las editoriales del siglo XXI. Pero el sistema educativo no debe ser liderado por personas que quieran ganar dinero sin pertenecer a él. Es la sociedad la que debe definir este sistema para asegurarnos que no existen intereses alrededor de la educación de nuestros hijos.