El lenguaje es muy poderoso. Tanto que puede determinar hasta nuestra longevidad. «Si pretendemos curiosidad, energía, ganas de compartir, entonces, como Van Gaal, siempre positivo».
15 may 2016 . Actualizado a las 05:00 h.Desde que abrimos los ojos por la mañana el lenguaje marca nuestro día. Si quieres tener hoy una jornada positiva, elige al levantarte una palabra que refleje lo que tú quieres que sea el día para ti, que proyecte tu actitud en este día en concreto. Puede ser una palabra, una metáfora, una frase? escríbela en un post-it y pégala en un lugar visible para ti. Los expertos recomiendan hacer este ejercicio durante al menos un mes. Te ayudará a concretar tu actitud positiva y además, es un ejercicio divertido y contagioso para los que te rodean.
Y a la hora de irse a la cama la palabra clave es agradecer. Anotar brevemente al final del día por qué hechos concretos y a qué personas estamos agradecidos hoy. Se ha demostrado que es un ejercicio muy saludable que nos enfoca en aspectos positivos que la aceleración del día a día no nos deja ver. Escribirlo nos permite rebajar la carga de ansiedad. Además de bien nacidos, seremos también bien dormidos.
Luis Castellanos, Jose Luis Hidalgo y Diana Yoldi , expertos en neurociencia y lenguaje positivo, nos hablan sobre el poder de las palabras, que lejos de irse con el viento, determinan el rumbo de nuestro pensamiento, nuestra actitud ante la vida e incluso nuestra salud y longevidad.
El lenguaje es tan transformador que una sola palabra puede hacer que cambiemos la visión de lo vivido. «Ofrecemos una palabra para girar nuestra apreciación de una situación y volverla positiva: afortunadamente. Si tienes un contratiempo, una situación incómoda, coge un papel y cuéntala: ?Hoy ha ocurrido que ?? y al final, escribe a qué te ha llevado esa situación ?y por tanto ?? Cuando lo tengas, coloca un afortunadamente al comienzo de tu relato: ?Afortunadamente hoy ha ocurrido que?? te aseguro que el ?y por tanto?? tiene que cambiar, porque esta palabra te obliga a encontrar algo positivo en todas las situaciones, incluso en las negativas». Realmente funciona.
Este poder casi mágico de las palabras exige conocimientos que nos permitan dominarlo. Estos expertos proponen un plan de tres fases: conocer el lenguaje, modificarlo con ejercicios y un proceso de mantenimiento hasta crear hábito. La primera fase, ser consciente de nuestro lenguaje, puede ser muy corta ya que una vez que sabemos cómo es nuestro lenguaje no podemos dejar de saber. Lo importante es conocer con buenas herramientas qué tipo de expresividad tenemos, qué modificar o mantener.
La fase de entrenamiento es más larga, un mínimo de tres meses, y su éxito depende mucho del compromiso adquirido con el cambio que se desea. Las personas comprometidas entrenan más, sacan tiempo para realizar los ejercicios, ponen foco en su lenguaje. Por ello es tan importante saber para qué voy a iniciar el plan de cambio, qué deseo conseguir con ello, así mis objetivos sostendrán el esfuerzo que necesito para entrenar. Y finalmente, construir un hábito de lenguaje positivo es tarea de tiempo, en la que los demás podrán ayudarnos. Las personas más cercanas a nosotros, nuestra familia y compañeros son los mejores aliados para crear el hábito del lenguaje positivo. El lenguaje es social, es contagioso, nos beneficia a todos.
Si las palabras son importantes no lo es menos el silencio. Así, explican que cuando hablamos tras un silencio las palabras que pronunciamos normalmente se recuerdan más, por ello son tan impactantes. Gestionar los silencios es crucial para un buen orador. Hay que dejar de llenar el espacio de palabras, ese hablar por hablar improductivo. Parece que nos da miedo el silencio cuando es al revés, lo necesitamos. Es el espacio que hay que crear para que en una conversación la otra persona pueda hablar o responder, es el tiempo que necesitamos para elegir mejor las palabras que queremos decir, es el espacio para que surjan las ocurrencias, las ideas. Especialmente cuando estamos en una conversación o en una reunión con otras personas, la pausa tranquila, el silencio, es el espacio para poder pensar juntos.
El cerebro
Nuestro cerebro, según explican estos expertos, construye nuestra realidad y desde ese punto de vista, dependemos de él. Lo fantástico es que también es un cerebro muy plástico, se moldea con nuestras experiencias y así podemos transformar nuestra visión de la realidad, podemos tener nuevas experiencias que nos cambian. «Nosotros hemos comprobado que a través del lenguaje positivo podemos cambiar nuestra percepción así que? tenemos mucho protagonismo a la hora de decidir cómo queremos vivir». Una vida de búsqueda de momentos felices que se acumulan en nuestra historia vital.