El lanzamiento del cohete más potente en los últimos cuarenta años ha iniciado una nueva era en la exploración espacial, ya que abre la puerta a los vuelos baratos más allá de la órbita terrestre. La colonización de la Luna y la futura llegada del hombre a Marte está ahora más cerca por el impulso de Space X.
06 jul 2019 . Actualizado a las 17:34 h.Un coche eléctrico conducido por un maniquí vagando por el espacio. La imagen se ha convertido en algo icónico. Y, muy probablemente, en la mayor campaña publicitaria en la historia de la industria automovilística. Pero esto es solo una anécdota. Lo realmente importante no es la foto del Tesla Roadster poniendo rumbo más allá de Marte, sino el cohete que lo ha puesto en órbita. Es un auténtico hito que abre una nueva era en la conquista del espacio. Pero tampoco lo es porque una empresa privada, Space X, liderada por Elon Musk, haya lanzado el cohete más potente en cuatro décadas, solo superado por el Saturno V que permitió la llegada del hombre a la Luna. Lo es porque ha supuesto una enorme proeza tecnológica que abre la puerta, con una base real, a una nueva exploración del espacio. Ahora, la Luna está más cerca de convertirse en un destino del turismo espacial y la llegada del hombre a Marte empieza a verse por primera vez como algo posible. ¿Por qué? Porque el cohete Falcon Heavy, que en realidad es un tres en uno, no solo es el más potente, con capacidad de poner 64 toneladas en la órbita terrestre y 17 en la marciana, sino también es el más barato. Lo es gracias a la tecnología desarrollada por Space X que permite la recuperación de los aceleradores. Aunque el núcleo central se perdió por un problema de combustible, dos aterrizaron al mismo tiempo en vertical de forma controlada, algo que parecía imposible y que la empresa ya había probado en otros lanzadores de menor envergadura. Esto supone que se podría, por ejemplo, enviar una misión lunar por 90 millones de euros, cuando hacerlo en el cohete de la competencia, el Delta IV Heavy, de United Launch Alliance, supone un coste de 400 millones y solo puede transportar la mitad de la carga.
«Conseguir que un cohete aterrice en vertical es algo dificilísimo. Y encima se ha hecho incrementando la potencia. Conseguir algo que parecía increíble en tan poco tiempo es asombroso», destaca Santiago Hernández Ibáñez, director del máster en Ingeniería y Materiales Aeroespaciales de la Universidade da Coruña y colaborador habitual de Airbus. Tampoco tiene dudas: «Ahora, con Elon Musk, sí veo posible llegar a Marte, porque tiene el dinero, la tecnología y las ganas y las agencias espaciales irán con él de la mano». Space X aún se reserva otra carta, el Big Falcon Rocket, más potente aún y preparado para la conquista marciana.
El astrofísico y divulgador científico Borja Tosar también tiene claro que lo logrado por Elon Musk y su equipo es una auténtica hazaña que revolucionará la carrera espacial y que, de paso, acelerará el turismo orbital con viajes incluso a la Luna. «Lo más importante de lo conseguido por el Falcon Heavy y Elon Musk es que supone un reinicio de la carrera espacial, porque hay una empresa que está apostando muy fuerte y con tecnología extrema».
Un modelo para identificar la forma de asteroides
El automóvil eléctrico descapotable Tesla Roadster avanza muy probablemente hacia su destrucción a una velocidad de 40.000 kilómetros por hora. El objetivo era situarlo en la órbita de Marte, pero experimentó una desviación y ahora se dirige hacia una zona de asteroides situada entre el planeta rojo y Júpiter. Lo previsible es que acabe sufriendo el impacto de algún meteorito. Pero antes de su presumible desintegración, aunque tampoco se descarta que continúe vagando durante miles de años, su viaje por el espacio atrae la atención de los científicos. ¿Por qué? Porque a partir del brillo que desprende y del conocimiento de su localización los astrónomos pueden utilizarlo como modelo para el desarrollo de cálculos matemáticos que ayuden a identificar de forma más precisa la forma de los asteroides. «Ahora mismo hay investigadores que están haciendo ciencia con el Tesla que está dando vueltas por ahí», corrobora el astrofísico Borja Tosar, que sí considera aceptable que Elon Musk decidiera situar a uno de sus vehículos en la cápsula de carga del cohete para evaluar su funcionamiento. «Podría ?dice? haber puesto un bloque de hormigón, pero hacerlo con un coche le iba a dar más publicidad». El coche espacial ha sido clasificado como un objeto cercano a la Tierra (NEO, por sus siglas en inglés), lo que significa que está catalogado y siendo rastreado por el Laboratorio de Propulsión a Chorro (JPL) de la NASA junto con otros objetos que viajan relativamente cerca de nuestro planeta.