Usar correctamente la calefacción, aprovechar el calor del sol o luchar contra la sangría energética del stanby nos ayudarán a reducir las cada vez más elevadas facturas de luz o gas en el hogar
14 nov 2018 . Actualizado a las 01:24 h.El consumo de energía en los hogares lo constituye una suma de pequeños gastos que muchas veces nos parecen insignificantes: nadie se va a arruinar por mantener en stanby un aparato, ni por subir un par de grados la calefacción, ni por tener las ventanas abiertas demasiado tiempo en invierno, ni tampoco por una corriente de aire que se cuela por una ventana mal aislada. Pero la acumulación de estas pequeñas fugas de energía puede representar en nuestra factura de la luz o de gas mucho más de lo que imaginamos. Repensar algunos usos domésticos e incorporar algunas prácticas sostenibles puede ayudarnos a evitar despilfarros, ahorrar energía y lograr que nuestra cuenta corriente sufra lo menos posible los rigores del frío. Estos son algunos consejos que nos ayudarán en esta tarea:
1. Haz del sol tu aliado
Es el calor más accesible y barato y, aunque en otoño e invierno no se prodigue tanto, cuando el sol aparece en el cielo hay que atrapar su energía. Subir las persianas cuando brilla en el cielo y cerrarlas bien cuando se pone para conservar el calor acumulado es un truco sencillo que contribuirá a que el calor en el hogar no dependa solo de recursos artificiales como la calefacción.
2. Ten tus aparatos a punto
Sea cual sea el tipo de fuente de calor artificial que utilices en casa, la mayor eficiencia se conseguirá con un buen mantenimiento y una buena limpieza. Purgar los radiadores, mantener los filtros limpios, evitar interponer barreras -como ropa húmeda o muebles- ante las fuentes de calor, mantener limpios tubos y salidas de humo... Una norma parecida debe seguirse con otros electrodomésticos, como el frigorífico, cuya eficiencia energética será mayor si mantenemos la parte trasera libre de polvo y si la escarcha del interior no supera los 2 milímetros de espesor (el exceso de hielo puede elevar el consumo eléctrico hasta el 20 %). También es importante que el frigorífico, que es el aparato que más consume en un hogar medio, tenga bien ajustada la temperatura, que dependerá del tipo de uso de cada hogar. Si no tiene dispositivo para fijar exactamente los grados, sino ruleta con niveles, hay que tener presente que cuando baja la temperatura en el exterior hay que bajar también la potencia.
3. Tu casa no es el Caribe: mantén a raya el termostato
Andar por casa en ropa de verano debido al calor excesivo que da la calefacción, además de resultar caro y poco sostenible, es muy poco saludable porque incrementa en muchos grados la diferencia entre la temperatura del interior de la vivienda y la del exterior y, en consecuencia, nos hará más propensos a los resfriados y las dolencias relacionadas con el frío. Lo mejor es estar en casa abrigados, como corresponde a la época del año, y mantener el termostato en un nivel razonable que, según la opinión más extendida, se sitúa entre los 19 y los 21 grados. Los números son muy convincentes en este caso: cada grado que se aumenta supone un 7 % más de consumo de energía. Dependiendo de las condiciones meteorológicas de cada zona geográfica, lo recomendable es apagar la calefacción por la noche o mantenerla entre 15 y 17 grados.
4. Puertas y ventanas bien aisladas
Al menos tan importante como tener calor en casa es evitar que se escape y para eso unas puertas y, sobre todo, unas ventanas que aíslen bien resultan fundamentales. Y si nuestra instalación no es de gran calidad, ¿qué hacer? Evitar que el aire se cuele es un recurso que está al alcance de todos los bolsillos y, si no disponemos de unos cristales adecuados y unas estructuras bien selladas, siempre podemos recurrir a los llamados burletes, que son elementos que se colocan en las holguras de puertas y ventanas para evitar corrientes de aire. Los que se comercializan están hechos de materiales como la espuma, el caucho o la silicona y resultan bastante económicos. Para las puertas, pueden elaborarse también a mano, haciendo un cilindro con tela y rellenándolo de arena seca u otro material que absorba la humedad, como el que se utiliza en los areneros de los gatos.
5. Ventilar diez minutos basta
También es importante evitar que el calor que hemos acumulado en casa se escape por las ventanas con la ventilación de las viviendas. En invierno basta con abrir 10 minutos para renovar el aire y evitar el ambiente cargado que puede acumularse durante el día. El momento más adecuado para hacerlo en los meses fríos es en torno al mediodía, cuando la temperatura es más alta.
6. Alfombras, barreras contra el frío
Además de aportar calidez a los ambientes, las alfombras son verdaderas barreras contra el frío que llega desde el suelo y ayudan a mantener el calor de las viviendas. Además de en espacios comunes, como el salón, es recomendable también colocar alfombras en los dormitorios, que aportarán además confort y calor cuando nos levantemos de la cama.
7. ¿Calentar o deshumidificar?
Los climas húmedos, como el gallego, exigen pararse a pensar en esta pregunta. La sensación de frío, tanto en casa como en el exterior, no se corresponde necesariamente con los grados de temperatura que marca el termómetro, por eso en ocasiones -por ejemplo los días muy húmedos, pero no demasiado fríos- con bajar el nivel de humedad de una vivienda es suficiente para lograr una sensación térmica confortable sin necesidad de encender la calefacción.
8. Standby: un consumo que se dispara
Es un consejo básico que se repite una y otra vez cuando hablamos de ahorro de energía y, aun así, dejar en standby aparatos como la televisión o el ordenador es una costumbre muy extendida. El gasto además ha ido aumentando a medida que hemos incorporando artilugios a nuestra vida y la lista de dispositivos que permanecen en espera no ha hecho más que incrementarse: reproductores de DVD, decodificadores, teléfonos inalámbricos, equipos de música, routers, impresoras, altavoces de ordenador, máquinas de café... Lo que antes podía suponer un gasto anual de unos cuantos euros, ahora puede haberse incrementado en un hogar medio a, al menos, varias decenas. Para hacer un cálculo aproximado, la Organización de Consumidores y Usuarios (OCU) dispone en su página web de una calculadora en la que se detalla el tipo de consumo de cada aparato que mantenemos en modo de espera, el gasto que genera al año y el CO2 que se produce con el uso del standby.
9. Aprovecha el calor del horno
Pues sí, el horno es un electrodoméstico que genera gran cantidad de calor, por eso es recomendable utilizarlo de la forma más eficiente posible y, una vez que lo has encendido y has acabado de cocinar, aprovechar al máximo la alta temperatura que genera. Así que si lo utiliza en invierno, ábrelo del todo para que el calor de su interior se expanda por la casa y deja que se vaya enfriando así, en lugar de dejarlo cerrado.
10. Calienta la cantidad de agua que necesitas; no más
Calentar o llevar a ebullición la cantidad de agua justa que necesitamos para cocinar o para preparar una infusión en lugar de emplear una cantidad mayor que después desecharemos es también un consejo que permitirá reducir de manera significativa el consumo de la cocina, el microondas o el hervidor de agua. Aunque hay algunas preparaciones que requieren cocciones en agua abundante, con muchas otras basta con cubrir los alimentos para garantizar su correcto cocinado. Además de ahorrar energía, consumiremos el agua de manera más responsable.