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Internos de la cárcel de Monterroso realizan bolsas con telas como un proyecto de reciclaje y reinserción
20 mar 2019 . Actualizado a las 13:07 h.Bajo la premisa de dar una segunda oportunidad a la ropa en desuso, los internos del Centro Penitenciario Monterroso darán nueva vida a los vaqueros, camisas, monos o túnicas viejas, transformándolos en bolsas de tela.
Se trata de una de las iniciativas integrales en las que trabaja la Escuela de Adultos del Centro Penitenciario de Monterroso (Lugo), y que busca combinar la educación en desarrollo sostenible con el proceso de reinserción de los reclusos. En este caso, la idea es poder reutilizar las telas viejas que hay en el centro, y de esa forma aportar un granito de arena para disminuir la problemática del uso de bolsas plásticas.
El proyecto comenzó en 2018 con un proceso de recolección de ropa a nivel interno para su reciclaje. Se colocaron cajas de cartón en los diferentes módulos del centro y se invitó a los trabajadores a colaborar, según explicó el director de la Escuela, Pedro Cantero. Desde febrero los reclusos trabajan en un taller para elaborar las bolsas: se trata de un trabajo artesanal, que los siete internos que se sumaron a la iniciativa realizan de manera voluntaria y altruista.
Aunque actualmente la recolección de ropa se desarrolla solo dentro del centro, si el proyecto crece, podría ampliarse también a la colaboración de la población.
La idea es confeccionar una bolsa resistente, del tamaño de las que se utilizan actualmente en los supermercados, y ver la posibilidad de que el producto se ofrezca en locales comerciales de manera gratuita o con una donación que podría destinarse a organizaciones sociales, explicó Cantero. En una primera etapa se desarrolló un patrón general de bolsa, con los lados y el fondo hecho con tela de batas o de mono, que es resistente, y con las asas con tela vaqueros, aunque no se descarta que surjan nuevos diseños.
La iniciativa busca así aportar en el camino de la disminución del uso de las bolsas de plástico, un elemento que preocupa por su impacto a nivel medioambiental. Solo en España se generan anualmente unas 70.000 toneladas anuales de ese material, que se acumulan luego en los lugares más inesperados.
Reciclaje y reinserción
El proyecto, denominado Una segunda oportunidad -para la ropa y para los internos, agrega Cantero-, es la tercera iniciativa de formación relacionada con el medio ambiente que se realiza en la cárcel de Monterroso. Desde 2013 los internos trabajan en un huerto ecológico, construido con botellas de plástico, y llevaron adelante también una campaña que buscaba eliminar el desperdicio de alimentos.
En los proyectos, la parte educativa tiene un rol fundamental. «El fin no es una huerta maravillosa sino que ellos aprendan los valores para la reeducación social», aseguró Cantero.
«El fin no es una huerta maravillosa sino que ellos aprendan los valores para la reeducación social»
En este caso, en el marco del proyecto, los reclusos aprenden nociones sobre diseño y costura, además de sobre la historia o el vocabulario del mundo textil, a la vez que desarrollan habilidades sociales como el trabajo en equipo.
«Cuando unas personas se alejan, o son alejadas involuntariamente de la sociedad, lo que se pierden son los valores. Lo importante es sentirse activo, respecto a la sociedad, y en este caso colaborar en algo tan esencial como es la ecología», agregó el director de la Escuela de Adultos del centro penitenciario.
Para el director de la cárcel, Antonio Rivera, este tipo de iniciativas son fundamentales en el proceso de rehabilitación y reinserción de los presidiarios. «Es una de las mejores herramientas a la hora de trabajar educativamente con los internos. Cuando respetas el entorno, al final terminas respetando también a la gente», dijo.