Perfil | Juan Romero Manso El almirante ferrolano, fallecido esta semana, se opuso a la intervención de los militares contra la huelga de Bazán y ello le costó su carrera
11 dic 2004 . Actualizado a las 06:00 h.?ocos oficiales generales que sirvieron a Franco llegaron a la democracia con reconocimiento ciudadano. A algunos, caso de Gutiérrez Mellado o Gabeiras Montero, les han valorado con creces sus aportaciones a la restauración democrática. No así al almirante Juan Romero Manso, fallecido a los 98 años y enterrado el jueves en Catabois. Hijo de familia ferrolana de comerciantes (Ferretería Romero Hermanos), le tocó lidiar como capitán general de Ferrol el toro del levantamiento obrero de marzo de 1972. Aquella trágica jornada, con los muertos todavía en As Pías, Juan Romero tomó una decisión que lo marcaría de por vida, aunque tuvieron que pasar tres décadas para que los libros de historia lo recogiesen. Casi desbordada la policía existente en Ferrol por los acontecimientos, el almirante se opuso a sacar el Tercio de Infantería de Marina a la calle. Escuché la versión de José María Riobó, que a la cabeza de un piquete obrero, sobre las once de la mañana, logró llegar a Capitanía General y ser recibido por el almirante, que estaba acompañado de parte de su estado mayor. Se comprometió, sin género de dudas, a no sacar a la calle fuerzas militares aunque le advirtió a Riobó que si recibía órdenes en contrario de Madrid obedecería como militar que era. La reconstrucción El historiador Enrique Barrera ha reconstruido este episodio con la participación de parte de los presentes. La versión que aparece en su libro sobre la Transición en Ferrol fue aceptada como válida por los hijos de Romero Manso. Documentos desclasificados recientemente muestran con claridad el proceso que siguió a la toma de posición del almirante, aquella mañana. Se organizó una especie de consulta entre la oficialidad superior de la plaza que concluyó en que el 10 de marzo del 72, ese era el criterio mayoritario, las fuerzas armadas debieron intervenir en Ferrol. Queda clara la posición de Romero. Le estaban preparando su caída los sectores del búnker que rodeaban al dictador: había tomado posesión como capitán general en abril de 1970 y cesó en diciembre de 1973. La cobertura de su plaza en los años posteriores mostró los bandazos que vivió Ferrol y España: desde almirantes claramente franquistas y contrarios a la restauración democrática como De la Guardia y Oya, al que aprovecharon la fuga de Ferrol del buque Rainbow Warrior (Greenpeace) para destituirle, hasta intelectuales como Álvarez-Arenas Pacheco. Por eso, en ocasiones no se requiere salir de Ferrol para conocer la historia de España. Tras su retiro, Juan Romero apenas participó en actos públicos, salvo alguna ceremonia en la que estaba presente su hijo, el también almirante Romero Caramelo, que ocupó el punto más alto de la línea de mando de la Armada. Hace escasos días, un longevo militar republicano, Enrique Vigo, presentó sus memorias en Fene en las que habla de los alzados de 1936 en la plaza de Ferrol. Pues bien, sitúa a Juan Romero Manso entre quienes se levantaron contra la II República pero hace una excepción con él al reconocerle una valía humana que niega al resto de la oficialidad, ciega cuando deicidían fusilar a todo aquel que oliese al régimen derribado.