Un pescador de Cedeira entregó a la SGHN el fósil del cráneo de un mamífero de hace 20 millones de años
02 oct 2007 . Actualizado a las 12:21 h.Con frecuencia, los pescadores de Cedeira que acuden a faenar al caladero de A Selva, ubicado en el borde de la plataforma continental, suben en sus redes pesados objetos que, lejos de parecer peces, son en realidad fósiles de cetáceos de hace millones de años. Algunos los tiran, otros se los llevan para casa y otros, los que menos, los ceden a asociaciones especializadas.
Este es el caso que nos ocupa. Hace unos días, un marinero de la villa cedeiresa entregó en la Sociedade Galega de Historia Natural el fósil del cráneo de un cetáceo encontrado en A Selva hace tres años. Su estado de conservación es, según afirmó Ismael Miján, vocal de mamíferos marinos de la entidad, «excelente, de importante valor científico». «Está entero», apunta.
El ejemplar, que pertenece a una especie de zifio conocida como Choneziphius planirostris, «vivió por estas aguas en el período del mioceno, hace aproximadamente unos veinte millones de años». Ahora será estudiado en profundidad por Miján y pasará a engrosar los fondos de la Sociedade de Historia Natural.
Nueva especie
Esta no es la primera vez que un marinero se acerca a la sede de la entidad ferrolana con un tesoro científico, sin saberlo, entre las manos. A finales del pasado año, los expertos de la SGHN recibieron una donación, a primera vista, similar a la actual pero sustancialmente más importante desde el punto de vista de la ciencia.
Ese fósil del cráneo de un cetáceo, también hallado en ese cementerio submarino que es A Selva, se sabe que pertenece, después de meses de investigación de la SGHN, a una nueva especie dentro del género Hyperoodon. Este hallazgo será publicado en una revista chilena. Ismael Miján ha podido determinar, con el estudio de este fósil y otro similar que posee otro marinero de Cedeira, el posible tamaño de ese ejemplar hasta ahora desconocido por la ciencia.
La idea es que los dos cráneos de cetáceos formen parte de la exposición de la SGHN en el nuevo museo con el que contará la entidad. «Son piezas de gran valor y, por ello, no podemos exponerlas de cualquier manera», señalaron desde la entidad.
Los científicos dependen de los marineros para acceder a estas joyas históricas, situadas a unos 1.500 metros de profundidad. «Sería como buscar una aguja en un pajar», dice Miján.