La serie «La ira», basada en el suceso, pasa de puntillas sobre los hechos y los lugares reales
FERROL
No ocurrió así. Las cosas sucedieron de modo muy distinto a como aparecen en la serie La ira, cuyo primer episodio emitió Telecinco el martes por la noche, con las poblaciones de Betanzos y Sada pegadas al televisor. Ni los padres de José Manuel Gómez Rodrigo quisieron perderse la emisión. Su hermana cuenta que «estaban muy nerviosos, muy atentos a como habían tratado el crimen, pero se fueron tranquilizando a medida que avanzaba el capítulo al comprobar que no se ajustaba del todo a la realidad».
Ya se sabía que la productora New Atlantis iba a rebuscar más en la imaginación que en el sumario, decidida a guardarse las espaldas ante posibles demandas de los familiares de las víctimas o, incluso, de los propios imputados. De ahí que se apartasen de la realidad a su antojo, como a la hora de situar la escena del crimen, rodada en un espectacular caserón en lugar de un piso de dos habitaciones en la calle Rosalía de Castro de Betanzos. O que la pareja de criminales tuviese una niña en lugar de un niño. Ni siquiera se llegó a pronunciar el nombre de Betanzos, Sada o Ferrol en toda la emisión.
Tampoco encaja el lugar en el que se deshicieron de los cuerpos desmembrados, poniendo un vertedero de basura en lugar de un bosque cercano a Ferrol. Sí respetaron, en cambio, el pasado criminal de Prado Riveiro, recordando el asesinato de un taxista años atrás. O que las víctimas eran dueñas de una furgoneta y que esta sirvió para el traslado de los cadáveres, si bien los guionistas pintaron en el vehículo un logotipo en el que se podía leer Mesón do centolo.