El técnico irradió el estilo de Camacho en su estreno en el Racing. Pidió intensidad, avisó que no quiere jugadores tendidos en el suelo y repasó conceptos defensivos
12 nov 2009 . Actualizado a las 13:09 h.Con vozarrón, ímpetu y al más puro estilo de José Antonio Camacho empezó Luisito su etapa como técnico del Racing. En el concurrido entrenamiento matinal avanzó en forma de frases -a veces de ánimo, otras dardos- lo que quiere para sacar al equipo del penúltimo puesto de Segunda B. Si el santiagués es el nervio, su ayudante, el preparador físico Roberto Valdés, pone el contrapunto más pausado. Su primera sesión, a una alta intensidad, como casi siempre con un entrenador nuevo, la resume una frase que dejó clara el primer día, como aquella anécdota grabada al preparador de Cieza en una banda cuando se acercó uno de sus futbolistas por una herida. «Conmigo no existen los golpes. Nadie se retira del campo a recuperarse de un golpe, salvo que vayamos ganando. Y en los entrenamientos, igual», advirtió Luisito.
Arropado por el presidente, Isidro Silveira, y el mánager del Racing, Gerardo Molina, Luisito saludó a la plantilla en A Malata. Media hora después, y tras una larga charla en el vestuario, la plantilla salió al campo anexo. En último lugar, llegaron el míster y el capitán, Jonathan Martín, que intercambiaban impresiones antes de abrir hora y media en la que los jugadores apenas tuvieron respiros salvo para hacer estiramientos entre los distintos bloques de ejercicios.
Valdés dirigió el calentamiento, y a los 20 minutos comenzó el trabajo por grupos. Al momento, llegaron sus primeras órdenes. Tal como avisó en su presentación, Luisito es directo. «Al futbolista cabrón, que se mete detrás del contrario, lo odio. Prefiero que lo intente y falle, a que se esconda. ¡Control y pase, control y pase! Atentos a las líneas de pase», atronó su voz por primera vez. Al rato, avisó que no quería futbolistas doliéndose a cada rato. Él mismo se encargó de levantar a Carlos con sus propias manos después de que recibiese un codazo de Rubén García.
Luisito insistió durante la primera parte del entrenamiento en la comunicación y la intensidad. «Hablarle al compañero del balón, no quiero futbolistas mudos», pidió a la plantilla. Jesús Varela, al que ya conocía de su etapa en el Ciudad de Santiago, se llevó alguna de las correcciones a voz en grito. También Matas, al que espetó: «Con ese cuerpo no te pueden robar el balón».
Esboza un 4-4-2
Al rato, el nuevo entrenador quiso afianzar conceptos defensivos básicos. Y empezó a trabajar con grupos de ocho jugadores, defensas y centrocampistas. Esbozó así lo que puede ser su patrón de juego, un 4-4-2. «Tajantemente, prohibo que se meta un pase interior. Prefiero que el balón vaya a cualquier banda», avanzó a una zaga inicialmente formada por Jesús Varela, Jonathan, Manuel e Iván Romero. A los defensas les pidió siempre mirar de frente al rival, con movimientos laterales. «El culo mirando al portero», insistió para facilitar la reacción inmediata si el balón va a la espalda de la zaga.
Centrado en el orden defensivo, en que los ocho jugadores de atrás se muevan coordinados, Luisito insistió en algunas premisas. «Hay que moverse siempre en función del balón. Si uno aprieta, todos apretamos. Las coberturas y permutas son sagradas. Y vamos como un avión», recalcó.
Además, el nuevo técnico del Racing pide las líneas juntas, pero no colgadas del larguero: «No quiero que el equipo se meta atrás, que los medios centros se peguen a los centrales». Cambió el grupo de jugadores que repasaron conceptos defensivos, pero siguió corrigiendo. «Si el rival tiene el balón sin que le apretemos, la defensa se va atrás», repitió. Pidió despejes orientados y no balonazos a la grada, bromeó con la cinta que protege el rotuliano de Juan -«con 16 anos, ¿que fas cunha cousa aí?»- y zanjó cualquier polémica en los partidillos finales: «No quiero una discusión. Bastante tenemos ya. Ahora es cuando más tenéis que ayudaros entre todos». La cosa terminó, pero Luisito todavía tuvo cuerda para otro entrenamiento por la tarde.