Un ballet «en miniatura», con un puñado de cisnes de papel como cuerpo de baile y aderezado con mucha música de violín, proyecciones de vídeo y algo de teatro físico. Así es el espectáculo de danza contemporánea con el que la compañía del coreógrafo y vídeorealizador Iker Gómez ha querido rendir homenaje a uno de los ballets clásicos más conocidos y aclamados en todo el mundo: El lago de los cisnes .
Partiendo de un código contemporáneo, y tomando como protagonista al ave más prodigado en la historia del ballet, Iker Gómez ha creado La danza del cisne , un montaje en el que, a diferencia del original, no hay tutús, ni zapatillas de punta, ni decenas de bailarinas moviéndose al compás a la orilla del lago. En su lugar, solo dos personas -el propio Gómez, y la violinista Nerea Alberdi, quien, además de interpretar libremente a Chaikovski «también habla y se mueve»-, aparecen en un espacio escénico que va cambiando a medida que el espectáculo avanza y un planteamiento claro desde el principio: ¿son todos los cisnes blancos o no?
A primera vista, y partiendo de estos mimbres, cualquiera podría pensar que La danza del cisne no es una propuesta apta para los más puristas. Pero, según Iker Gómez, no es para nada así. «Se trata de un montaje que no ofende a nadie, porque es muy respetuoso. Los más fieles seguidores del clásico nos han dicho que les ha gustado mucho, porque les han parecido muy original la forma en la que nos hemos acercado a este ballet tradicional», apunta el coreógrafo.
Quienes quieran salir de dudas no tienen más que acercarse mañana al Jofre, donde Gómez y Nerea pondrán en escena su particular lago de los cisnes a partir de las ocho y media de la tarde. Se trata de una cita que al bailarín le hace especial «ilusión», porque parte del espectáculo lo montó en Santiago, durante una residencia de trabajo con el Centro Coreográfico Galego. Y, además, por motivos familiares. «Es que mi bisabuela era de Ferrol», explica Gómez.