Con una guitarra eléctrica y un amplificador se basta. Y si monta una pedalera de efectos y una base musical suena a lo grande. Carlos Campoy (Ferrol, 1988), fiel seguidor de virtuosos de las seis cuerdas como Satriani, Gary Moore o el inmortal Jimi Hendrix, tiene en la música instrumental una de sus grandes pasiones, en la que espera encontrar, más temprano que tarde, su medio de vida.
No hay quién le quite la hora larga de ensayo diario. De no ser así, dice, «noto los dedos dormidos. La guitarra requiere agilidad». Cinco años con el grupo Terapia le han dado la soltura suficiente como para volar en solitario, aunque no está entre sus planes abandonar la formación.
Acaba de grabar su primera maqueta, Carlos Campoy, especial Joe Satriani y Fusión, un trabajo para el que ha contado con el respaldo de otro gran guitarrista local, Fran Rodríguez. El reto es llevarlo ahora a los locales: «La gente echa de menos las letras y me preguntan ?¿oye, cantas tú??». Su estilo es otro, alejado incluso de la estampa del aguerrido guitarrista con el cigarrillo humeante en la comisura.
Carlos esboza un sonrisa cuando asegura que finalmente su música sí le entra al público por el oído. No es tarea fácil. A las dificultades que supone ser tú mismo artista, mánager, montador y transportista, se le suma los escasos locales de la ciudad que, para más inri, no suelen apostar por la música instrumental. Sin embargo, él confía: «Es un género que puede dar mucho de sí».