La decepción que supone que nos apeasen de la carrera olímpica en el primer minuto de la final debería ser motivo de reflexión sobre lo que realmente importa: sacar conclusiones que nos ayuden a conocer mejor qué país somos, para lo bueno y para lo malo. Soy de los que piensan que el COI es una gran mentira si lo consideramos como organismo al servicio del deporte. Es una multinacional, formada por grupos de presión movidos por intereses económicos y con un oscurantismo a la hora de votar que hace pensar que hay otras motivaciones, que no calificaré para no perder mi fe en el deporte olímpico como actividad que promueve valores imperecederos. La imagen de los representantes japoneses exhibiendo poderío económico -y obviando su grave problema ambiental- es todo un mensaje. Mientras, nosotros hablamos como si fuese Angela Merkel quien decidía? Pero hay que pasar página y pensar que España vive una situación política que es el principal problema para el avance de su prestigio en los foros internacionales y esto hay que corregirlo desde la escuela.
Este país, que vive una profunda crisis de valores, debe mirar hacia las aulas. Que nuestros políticos las pisen y hablen con la comunidad educativa para organizar la cotidiana olimpiada de la honradez, de la calidad, de la lucha contra el fracaso escolar. El inglés que hablaron nuestros representantes en Buenos Aires (Gassol y el Príncipe no cuentan obviamente) es un ejemplo de dónde estamos y de cuánto hay que mejorar?