La muy asombrosa vida bajo los capiteles del claustro de Silos

Ramón Loureiro Calvo
ramón loureiro FERROL / LA VOZ

FERROL

El obispo, Sánchez Monge, destacó la profunda espiritualidad del padre García Pintado.
El obispo, Sánchez Monge, destacó la profunda espiritualidad del padre García Pintado. josé pardo< / span>

García Pintado presentó en Sargadelos «Confesiones de un monje»

01 feb 2014 . Actualizado a las 07:00 h.

Naturalmente, y tratándose de un monje de Silos, el padre Bernardo García Pintado tenía que comenzar ayer su intervención en la galería Sargadelos, donde presentó su libro Confesiones de un monje, citando el Eclesiastés. «Vanitas vanitatum (et) omnia vanitas...». Un pasaje que nuestro tiempo ha reinterpretado como una llamada de atención frente a lo que coloquialmente llamamos vanidad. Pero que no solamente es eso -aunque también lo sea en buena medida, claro-, sino mucho más que ello: la advertencia de que, frente a la certeza de que habremos de morir un día, de nada vale perder el tiempo en lo que es vano y, por lo tanto, inútil.

Citaba este pasaje, el autor de Confesiones de un monje, obra que publica la editorial Sial, para advertir, muy sonriente, de que no se encontraba del todo cómodo en un acto tan mundano como la presentación pública de un libro. Pero al mismo tiempo añadía que tal cosa no empañaba en nada ni la satisfacción de verse rodeado por tanto afecto ni la alegría de estar asistiendo al nacimiento de unas páginas de las que, en más de un sentido -y así lo recalcó-, también es padre. Es un hombre lleno de humor, por cierto, García Pintado. Al que no le gusta nada que digan de él que es un fraile quienes -incurriendo en un error más que común y del todo disculpable-, ignoran que el fraile sale a diario al mundo, atraviesa un día sí y otro también las puertas de su convento, mientras que el monje vive para la iglesia y para el coro y para el trabajo intramuros y en consecuencia para el claustro del monasterio, haciendo de su vida -y de su mucho silencio- un diálogo con Dios constante. Y el claustro de Silos, como todo el mundo sabe, no es un claustro más, sino uno de los más hermosos de la Cristiandad entera.

(Un claustro en cuyos capiteles bellísimos, perdónensenos el inciso y el entusiasmo, están representados La ascensión y El sepulcro y El descendimiento y Los discípulos de Emaús y Santo Tomás dudando y La anunciación y El árbol de Jessé...), dice el padre García Pintado, es, en la vida monástica, el diálogo de un corazón lleno de alegría.

Ver a Dios en todas las cosas

Dice el padre García Pintado que, en la vida monástica, el diálogo con Dios es el de un corazón lleno de alegría. Porque ese diálogo, recalcó el monje, bromeando sin pausa e ironizando sobre la estética del arrebato místico, nada tiene que ver con «dejar los ojos en blanco y poner cara, con la capucha sobre la cabeza, de vaca holandesa», sino con descubrir a Dios en todas las cosas que él a creado. Y, sin ir más lejos, en la naturaleza.

Durante el acto de ayer, que congregó a casi un centenar de personas, entre las que se encontraban desde el vicario general de la Diócesis, Rodríguez Basanta, hasta numerosos representes del mundo de la cultura, el obispo de Mondoñedo-Ferrol, Manuel Sánchez Monge, subrayó la profunda espiritualidad y la alegría de vivir y de servir a Dios que caracterizan al padre García Pintado. A un hombre singular en el más amplio sentido del término, como vinieron a decir también, por su parte, en sus respectivas intervenciones de ayer en Sargadelos, Javier Echeverría, Bahamonde, Marta Miño y el editor del libro, Basilio Rodríguez Cañada.