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Sobral y Tenreiro, juntos en Fene

Juana P. Luna

FERROL

Picasa

El Cíber de Mao acoge una muestra que une pintura, escultura y grabado

15 sep 2014 . Actualizado a las 12:50 h.

Antón Sobral y Enrique Tenreiro; Enrique Tenreiro y Antón Sobral; pintura, grabado y escultura en El ciber de Mao en una experiencia que comenzó hace unos meses en Santiago, tuvo su secuela recientemente en Coruña y, cómo no hay dos sin tres, llega a Fene con idea de ir a por la cuarta, aunque, eso sí, sin planearlo mucho: Contra vento e madeira, acto terceiro, es como se titula la saga expositiva siendo además una breve, aunque intensa, explicación de lo que nos ofrecen estos dos creadores.

Todo comenzó con las ganas de Tenreiro de no exponer en solitario, pues aunque parezca un auténtico showman, hecho que a raíz de sus últimas apariciones públicas podemos suponer (recordemos el desnudo con un guante delante y otro detrás por Santiago, o la divertida escena playera en la acera delante de la Fundación Barrié en pleno invierno), en realidad, y según sus propias palabras es un auténtico tímido.

Así pues Enrique, hizo una proposición decente al conocido pintor, proposición a la que Sobral no quiso decir que no, y afortunadamente para todos, pues lo que de esta pareja surge es más que interesante en lo que se refiere al asunto estético.

La muestra avanza adaptándose a los espacios en los que mora, encuentra en cada pared una oportunidad para desarrollarse y crecer en el sentido tanto físico como mental. Así, en los muros de El ciber de Mao, cada trabajo se enfrenta físicamente al otro, se mira a los ojos y, en cierto modo, lucha por estar más presente.

Antón Sobral utiliza el óleo, el azul del mar, casi de ultramar diría yo, el Prusia y el cobalto, azules profundos igual que el Atlántico que nos rodea, en ocasiones evocando la más prístina de las aguas, la más lejana, el mismo océano que parece colgar de la pared y cómo si de un hechizo estuviera preso y no pudiera derramarse.

Pero el agua no está sola, también está la nube, y cómo no, el aire y la espuma de las olas, todo mezclado en intensos torbellinos llenos de fuerza y energía.

Y mientras miramos el aire, y el viento, y el agua, y el modo en que unos se modelan a otros mientras se retuercen, no nos imaginamos que a nuestras espaldas sucede otra cosa, o la misma pero narrada de otra forma. Detrás están las xilografías que tanto me gustan de Tenreiro junto a una valiente escultura.

Esta última también está retorcida por el viento y el agua, tiene la fuerza de un árbol que le dio la energía, el color y la vida que la hizo estirarse y contraerse, y mirar hacia arriba para luego decidir mirar hacia abajo?y al final de todo, cuando parecía que no había más vida que vivir, cuando fue separada del árbol por alguno de esos vientos, y la lluvia empezó a hacer mella en ella, apareció el escultor y la subió a la altura de sus ojos, le dió la mejor de las formas sin perder la que ya tenía, la pintó y acabó por subirla al pedestal en el que está, dando fe de lo mismo que decía antes, de cómo la Naturaleza hace y deshace, y de cómo el hombre mira y realza lo mejor de ella, descubriendo así la magia y la belleza que reside en lo más simple, en lo más básico, en esos elementos que nos rodean: el agua, la tierra, el aire?tan necesarios para la vida, tanto, que sin ellos todo lo que existe sería inviable.

Dónde

Avda. do Concello, 1 bajo Fene

Cuándo

Hasta finales de octubre

Horario

De 09:30 a 13:30 horas y de 16:30 a 20.30 horas, de Lunes a Viernes, sábados solo por las mañanas.