Crítica de arte
03 nov 2014 . Actualizado a las 14:06 h.Múltiple. A arte do gravado, de Picasso a Barceló es el título de la exposición que hasta enero podemos visitar en las salas de Afundación de Ferrol. Cincuenta y dos obras entre litografías, xilografías, aguafuertes o serigrafías, componen una muestra que destaca tanto por la calidad de las obras como los nombres de sus autores. Así es que nos encontramos obras de Picasso, Miró y Dalí, que sin duda son las firmas fuertes, pero también otras primeras figuras del arte español como Saura, Chillida, Equipo Crónica, Barceló, Canogar? y otros tantos que conforman el panorama artístico del siglo XX en nuestro país.
Una de las obras de Picasso, pues en la muestra hay tres, es una litografía titulada La Danza. Esta pieza contiene una gran carga simbólica al representar en ella, y sobre un grupo de danzantes, volando, su conocida Paloma de la Paz, figura picassiana que empezó a ser mundialmente conocida tras ser utilizada como imagen del Congreso Mundial por la Paz en 1949 tras el fin de la Segunda Guerra Mundial. El grabado expuesto está datado en 1957, casi diez años después de aquella paloma más conocida, lo cual nos habla de la constancia del artista con sus símbolos, de la importancia que estos tenían en su trayectoria artística y vital. De Dalí podemos ver dos xilografías de los años 60, pertenecientes a la colección con que ilustró La divina comedia de Dante Alighieri, colección que ya pudimos ver al completo hace algo más de dos años en la misma sala y que ya nos sorprendió con la maestría del pintor en el dominio de las artes del grabado.
Quatre colors aparien el món, es el título de la preciosa litografía de Joan Miró. Destaca en ella la utilización de los colores primarios, rojo, amarillo, azul y como no, el negro, colores que como su título indica, son los colores que hacen que el mundo exista. Es este un grabado, que reúne, además del color aquellos símbolos tan importantes en su obra como es la estrella, la luna y como no, un pájaro mirando al cielo en el gesto de lo que parece nacer del huevo.
Pero no me gustaría quedarme en los tres grandes, pues el gran aguafuerte Perfil VI de Manolo Valdés merece ser al menos nombrado, tanto por la riqueza de sus matices, como por el tamaño y lo que esto supone a la hora de su ejecución. Y en el otro lado de la balanza está la pequeña Pera de Maruja Mallo, una bella litografía del 79, pequeña y delicada, equilibrada como a la gallega le gustaba hacer, mostrándonos varias facetas de la realidad, aunque esa realidad fuera una humilde fruta.
Y no puedo obviar la magnífica interpretación serigráfica de El entierro del conde de Orgaz por parte del genial Equipo Crónica a finales de los 60; recordemos la interesada querencia por parte del régimen franquista hacia determinados momentos históricos y artísticos, utilizados habitualmente como imagen de españolidad, y el modo en el que hábilmente Valdés y Solbes, Equipo Crónica, recogen esa iconografía y la transforman en una valiente crítica dirigida al triste ambiente político y social de España. No hay más que observar la colorista obra pop para descubrir la negrura de una época que esperemos no se vuelva a repetir.