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Afectadas por el anticonceptivo Essure: «Vivimos con dolor. Todos los días»

R. DOMÍNGUEZ A CORUÑA / LA VOZ

FERROL

MARCOS MIGUEZ

Mujeres con el dispositivo de anticoncepción que ha sido retirado del mercado piden celeridad para que se los extirpen

16 sep 2020 . Actualizado a las 19:51 h.

No sabían qué les estaba pasando, ni por qué. Se cansaron de ir de médico en médico, las hemorragias las llevaron a urgencias, se enfrentaron a menudo a la incomprensión y tuvieron que escuchar que lo suyo era algo psicológico. Hasta que, atando cabos, fueron viendo que no estaban solas: todas eran mujeres y todas se habían puesto el Essure, ese método anticonceptivo divulgado como la alternativa a la ligadura de trompas sin necesidad de pasar por el quirófano, que fue retirado del mercado en el 2017 por las secuelas que provocaba.

Comenzó a funcionar entonces el boca a boca, los grupos de WhatsApp, hasta que se asociaron (Asociación de Afectadas de Essure Galicia Group, en Facebook) y lograron que la Administración aprobase un protocolo para las operaciones de retirada de los dispositivos que tanto les cambió la vida. Para mal. 

Más de 1.500 en Galicia

«Calculamos que hay más de 1.500 implantados en Galicia», dice la presidenta del colectivo, Mónica Expósito, que reclama «más velocidad» para tratar a las afectadas y también que Sanidade divulgue el protocolo entre los médicos para que se acelere todo el proceso. «Hay áreas sanitarias donde la lista de espera es eterna», lamenta. La Consellería, que recalca que Galicia es una de las contadas comunidades que cuenta con un protocolo, asegura que se está aplicando en función de las prioridades que marcan los facultativos. Hasta el mes de noviembre, se habían retirado 66.

Hasta dónde de mal se sienten lo saben personas como Margarita Murillo, vecina de A Coruña que está esperando, con el preoperatorio listo, a que finalicen con todo un calvario que empezó en mayo del 2012, cuando en el COF de Orillamar le recomendaron el Essure. «Nunca había oído hablar de él, pero lo de no tener que entrar en quirófano me parecía estupendo». Se lo colocaron en el Teresa Herrera y ya «lo pasé bastante mal». Se le retiró el período hasta agosto, y cuando regresó, le duró mes y medio, hasta que volvió a irse. Hasta hoy. «Fui al médico de cabecera y me dijo que era menopausia precoz». Tenía 43 años.

«Se me empezó a caer el pelo, la boca iba de mal en peor, los dientes se me mueven y tengo un sabor metálico constante, como si tuviese un hierro en la boca... me dijeron que eran hongos y tomé la medicación, pero ahí sigue». Además, llegaron los dolores de cadera -«¡Hasta pensé que era cosa del colchón!», cuenta-, las jaquecas le duran semanas y a los pocos meses «me empezó un dolor pélvico que ahora es crónico. Vivo con dolor, todos los días», dice. 

«No es un capricho»

Las cosas no fueron a mejor, y en uno de los episodios intensos en Urgencias le descubrieron varices en el útero, que no sabe si tienen que ver también con el Essure. En el 2017 «me diagnosticaron de fibromialgia y me remitieron a la Unidad de Dolor, pero sigo pendiente», explica mientras trata de sobrellevarlo tomando opiáceos.

Fue ese mismo año cuando un día le saltó a través de Facebook la asociación. «Yo tenía todos los síntomas», resume. Y tuvo que pelear porque «al principio el trato no fue precisamente bueno: tuve que escuchar que qué esperaba con mi edad y después de tres partos». Sigue batallando porque «no es un capricho, no es de mi agrado tener que operarme, pero antes quiero saber dónde están los Essure, que me hagan las placas y todas las pruebas».

A nivel personal, el dolor le resta fuerzas, por ejemplo, para jugar con su pequeño de 8 años. «Estoy agotada», explica sobre otras secuelas, entre las que incluye haber tenido que dejar «un trabajo que me encantaba, era auxiliar de ayuda a domicilio, pero es que con el dolor no podía». Ahora pide, sobre todo, que se divulgue el protocolo entre los médicos de primaria para «ayudar a todas las afectadas, incluso a las que todavía no saben que lo son».

María Jesús Veiga, de A Laracha, lamenta estar ahora «en el punto de inicio» tras dos años, ya que sigue pendiente de que inicien el procedimiento. Le implantaron el Essure sin retirarle el DIU. Su historia es parecida, con dolor y hemorragias que solo pudieron cortar con un tratamiento hormonal que no le va demasiado bien y tras tener que enfrentarse al recurrido argumento de la menopausia «justo la víspera de cumplir los 40». «No te pueden decir que es la edad, o que es tu cabeza. No, no eran cosas mías», insiste cansada de «sentirme como mi abuela».

Casos similares se repiten. Como el de Mercedes Gómez, coruñesa de 36 años, que resume su petición de que «el Sergas nos lo retire cuanto antes» con un solo y lapidario argumento: «El dolor es insoportable».