Antonio, claro

Ramón Loureiro Calvo
Ramón Loureiro CAFÉ SOLO

FERROL

01 feb 2020 . Actualizado a las 05:00 h.

La editorial valenciana Pre-Textos acaba de sacar a la luz un extraordinario libro, cuya lectura ya me ha dejado completamente fascinado -lo cierto es que contaba con que así fuese- desde las primeras páginas. Se trata de Antonio Pereira, oficio de mirar (andanzas de un cuentista, 1970-2000), cuyo largo -pero muy necesario- título abre las puertas del diario de uno de los más grandes narradores del siglo XX, nacido en Villafranca del Bierzo en 1923 y fallecido en la ciudad de León en el 2009. No sé cuántos de los que tuvimos el honor de ser amigos de Antonio sabíamos que escribía un diario personal. O un dietario, si prefieren llamarle así. Yo no lo supe nunca, desde luego, y no imaginan ustedes la profunda emoción que me produjo saber que ese diario existía y que iba a ver la luz en forma de libro. Pereira, que entre otros galardones había recibido el Premio Torrente Ballester, fue, además de un extraordinario ser humano, uno de los más grandes maestros del relato corto de la literatura en lengua española. Y un gran poeta, también, además de un excelente novelista. Pero no sé si decir que en su insospechada faceta como diarista va todavía más allá de todo ello. El Antonio Pereira que escribe, indudablemente para sí mismo, lo que es posible que no pensase ver publicado jamás, es un escritor de una talla fuera de la común que como Montaigne (y como Pla) nos permite contemplar, a través de su mirada, la verdadera naturaleza del mundo. Lo queríamos mucho. Bueno, y lo seguimos queriendo igual, para qué vamos a engañarnos. Pero eso, él, ya lo sabe. Además, no quiero emocionarme. Lo que me pregunto es si allá, al otro lado del río, nos estará escuchando.