Carla Romalde se formó como soprano, pero odia que la encasillen en el lírico. Ha cantado en más de trescientas bodas y ahora está inmersa en dos nuevos proyectos musicales
02 ago 2020 . Actualizado a las 05:00 h.Su DNI dice que se llama Carla Fernández (Ferrol, 1993), pero desde el 2012 todo el mundo la conoce por su nombre artístico: Carla Romalde. «Lo elegí en honor a mi abuela materna, Mari Romalde, porque me encanta su apellido, la quiero mucho y además ella tenía muy buena voz. ¿Quién sabe? Tal vez heredé de ella mi pasión por el canto», comenta mientras saborea un té de frutos rojos con el mar de Curuxeiras frente a sus ojos.
Quedamos en el bar Sarga, pocas horas antes de que Carla ponga rumbo a Noia para cantar en una boda. A pesar del coronavirus, en su agenda no faltan enlaces nupciales estos días. «Las del verano más o menos se han mantenido, pero las programadas para octubre se están empezando a cancelar. La gente tiene miedo a una segunda ola», dice con cara de preocupación. «Yo le recomendaría a los novios que sigan adelante con sus bodas, pero que las hagan más íntimas, aunque sé que eso no es fácil, porque a la gente le siguen gustando mucho las celebraciones a lo grande, con más de cien o incluso doscientos invitados», comenta.
Carla lleva poniendo banda sonora a las bodas desde que tenía 17 años. Calcula que ha cantado en más de trescientas y explica que sus actuaciones se suelen ceñir a la ceremonia y el aperitivo. Su voz ha acompañado a novios e invitados en juzgados, iglesias, pazos o restaurantes, y normalmente canta arropada por un piano. O por un piano y un violín. «En las ceremonias interpretamos canciones religiosas y temas como Hasta mi final, de Il Divo, o Con te partirò, de Andrea Bocelli, y para los aperitivos tenemos un repertorio con grandes éxitos de los 70 y los 80 que gusta mucho. También nos encanta la música gallega, pero la mayoría de los novios la rechaza, aunque poco a poco hay gente que empieza a pedir algún tema de Luar na Lubre, Sés... Pero en general es algo que no gusta y la verdad es que me da mucha pena. Es triste que te pidan más andaluzadas que canciones en gallego, ¿no crees?», comenta.
En su proyecto de música en directo para bodas, Carla tiene como socia a su hermana Candela. Cuando una no puede, va la otra, y viceversa. «Ella canta genial y fue junto a ella como yo me empecé a aficionar a la música. De pequeña siempre estábamos montando actuaciones y concursos improvisados en casa. Ella se enfadaba mucho conmigo, porque yo siempre le ponía puntuaciones muy bajas... Se ve que ya tenía yo una pizca de Risto Mejide corriendo por mis venas», rememora entre risas.
Estudios en el conservatorio
Pero Carla no es solo una cantante de bodas. Tiene el grado de Magisterio y en el conservatorio estudió ocho años de flauta travesera y se sacó la carrera de canto. Cuenta con el título superior de esta especialidad por el Conservatorio de A Coruña, aunque no guarda buen recuerdo de algunos profesores. «Falta nivel y prueba de ello es que casi todo lo que sé de técnica vocal lo aprendí en cursos pagados a los que asistí por mi cuenta», dice sin medidas tintas.
Es soprano, pero odia que la encasillen en el género lírico. «Prefiero decir que soy cantante y punto, porque mi voz es muy versátil y no me cierro a ningún estilo. Me encanta la zarzuela y la ópera, pero también el pop, el folk, la música gallega, el swing... Mi primer grupo era de música heavy y ahora disfruto tanto cantando un aria de ópera como un tema de Bryan Adams», comenta Carla al tiempo que se declara fan incondicional de artistas como Sinatra, Rod Stewart, Bruce Springsteen, U2, The Creedence, The Craberries, Amaral o Muse.
Carla me cuenta que durante el confinamiento tuvo tiempo de grabar muchos temas y subirlos a las redes. Y también de «ponerse en forma» para los dos nuevos proyectos musicales en los que se acaba de embarcar: Zabala, junto al guitarrista y compositor Víctor Ledo, donde el folk con aires gallegos se fusiona con el pop y una pizca de electrónica; y Nostálgica, donde la ferrolana rinde tributo a la música de los 70, 80 y 90 junto a Diego Piñeiro. «Estoy muy ilusionada», concluye feliz.