Dos emprendedoras madrileñas compran la granja Labrada para impulsar un proyecto de turismo ecuestre, con alojamiento, rutas y viajes a caballo
16 ago 2020 . Actualizado a las 21:42 h.«Este sitio es el paraíso, tiene que ser nuestra casa». Es lo primero que pensaron Sara Gascón y Mar López, madrileñas de 36 años, cuando recorrieron la finca de la granja Labrada, en Grañas do Sor (Mañón), y bajaron hasta el molino. Poco después, en julio de 2019, se instalaron en esta aldea. «Vivíamos en Madrid, teníamos una agencia de márketing online, nos gustaba mucho el campo y hace diez años decidimos irnos a un pueblecito chiquitín de Ávila, donde podíamos seguir trabajando. Allí entraron en nuestra vida los caballos... Un día te ves pensando ‘sería un sueño tener una granja’ y al día siguiente te ves buscando terrenos para que se materialice», recuerda Mar.
Ni ella ni su pareja conocían Galicia, y en su primer viaje, a Melide, se quedaron «enamoradas». Un anuncio en Internet las condujo al lugar soñado: «Queríamos una granja tradicional, donde tienes la vivienda, los cultivos y los animales, todo en el mismo espacio». Y en Grañas do Sor se toparon con una explotación con diez hectáreas de terreno, una vivienda parcialmente restaurada y caballos. Los antiguos propietarios practicaban la doma natural, en línea con la filosofía de Mar y Sara, que plantean «el bienestar del caballo como una máxima fundamental» de su trabajo.
El contrato de compraventa se formalizó en seguida y en julio de 2019 se mudaron con los caballos, las gallinas, los perros y el gato. «Cuando vinimos hubo un momento en que me sentí totalmente desbordada y perdida -confiesa Mar-, es un salto al vacío, sales de un sitio donde tienes cerca a tu familia y tus amigos, y tienes las dinámicas muy claras de cómo funciona todo; y vas a otro sitio donde las cosas son diferentes y no conoces a nadie, tienes que empezar de cero y tienes que adaptarte, tú y los animales. Pasado este tiempo, es la mejor decisión que he podido tomar en la vida, me encanta, no dejo de maravillarme con el paisaje, los vecinos son gente entrañable y divertida...».
La irrupción de la pandemia les obligó a aplazar la reforma del apartamento turístico de la granja, abierto desde este mes, y la puesta en marcha del proyecto de turismo ecuestre, que incluye dos modalidades: alojamiento y actividades, entre cuatro y siete días, con rutas a caballo, comida y estancia en la casa; y viajes a caballo pernoctando en otros hospedajes de la zona, en el área de Estaca de Bares, Ortigueira, Cariño y Grañas do Sor.
«Con el tiempo, la tercera pata del proyecto sería la reactivación de la granja, recuperando su esencia, metiendo más animales, cultivos y huerta, para tener productos frescos y elaborados [mermeladas, quesos o cava de saúco] y darle la oportunidad a la gente que viene al apartamento de consumir ese producto de ‘metro cero’, salir a la puerta y coger unos tomates o los huevos para el desayuno», detalla Mar. En la web granjalabrada.com o a través de Facebook se puede reservar una visita «al paraíso», entre corredoiras, robles y castaños.
Del póker «online» y el márketing digital a la huerta
Sara y Mar se conocieron en la Facultad de Historia del Arte y su primera experiencia laboral fue en una empresa de póker online. «Era una start-up, empezamos cuando arrancó y acabamos haciéndonos cargo de todo; aprendimos mucho de Internet, un sector muy competitivo», repasan. Después montaron una agencia de márketing y, movidas por su amor al campo, se mudaron de la capital a un pueblo de Ávila.
Durante varios años compaginaron este trabajo con el proyecto Equitación despierta, para dar a conocer todo lo relacionado con el mundo del caballo y su bienestar. «Al principio valoramos mantener la agencia con la granja, pero este es un proyecto de vida y exige trabajo y dedicación al cien por cien», remarcan, muy agradecidas por «la red de seguridad» que se han encontrado en la zona, con gente dispuesta a ayudar y allanarles el camino.