Ángeles Seoane: «Hay un libro vital para cada persona y solo se encuentra leyendo mucho»

FERROL

La vida de una profesora de literatura muy querida gira en torno a la cultura
16 ene 2022 . Actualizado a las 05:00 h.Hace diez años que Ángeles Seoane dejó de ser la profesora de literatura del instituto Concepción Arenal. Una década y todavía hay ecos de sus clases, que encandilaban a los alumnos como una película o de las funciones anuales de un grupo de teatro que cimentó muchas vocaciones. Como no podía ser de otra manera, la mayoría de sus antiguos alumnos son buenos lectores y algunos incluso han dado pasos en la literatura profesional. «Recuerdo a muchos, como Daniel Iglesias, que se convirtió en profesor de literatura precisamente en el mismo instituto o Mercedes Castro, que hace años que está en Madrid y tiene muchas obras, la última se titula Mantis», cuenta una profesora que no ha dejado de serlo.
Cuando estaba en el instituto preparaba las clases de igual modo que un examen al que tuviese que presentarse a diario; ahora hace lo mismo con su intensa vida intelectual. Al club de lectura del Ateneo lleva la obra que toca comentar subrayada como si fuese un editor camino de la correctora previa a la imprenta. A las reuniones de la directiva del Ateneo también acude con un esquema de sus ideas y con la idéntica aplicación se presenta en las aulas de la Universidad sénior.
«La cultura, el teatro, los libros son vida para mí, yo crecí en una casa sin libros, mi padre solo tenía unos manuales de medicina porque estudiaba para ATS y yo me recuerdo escondiéndome para leer aquello que no podía ser más ajeno para una niña de siete y ocho años», cuenta sobre un anhelo infantil que ha podido materializar. Ángeles cuenta con una biblioteca especial, cuidada y que ha nutrido toda su vida con la misma ilusión que pedía prestados los primeros cómics a sus amigos cuando iba al colegio. Tanto mimo hacia las estanterías que albergan los libros ha contagiado la misma pasión por leer a sus tres hijos. «Tengo que decir que mi marido Alejandro es catedrático de matemáticas, pero siempre ha sido un gran lector y me aporta mucho», explica con una sonrisa mientras el aludido la espera a unos metros sin asomo de impaciencia.
Los dos se casaron cuando ella aún estaba en la universidad e hicieron equipo desde el primer día: «Yo soy muy perfeccionista y recuerdo que cuando me pasaba los trabajos a máquina le iba corrigiendo tanto que terminaba por pedirme una copia final, me decía: tú déjame el texto aquí», recuerda a sus 70 años con ojos de enamorada risueña. Ante tanta ilusión es imposible no preguntarle por los libros que pueden aupar o ser útiles para sobrellevar la vida cuando se complica o simplemente se pone aburrida. «Claro que hay un libro vital para cada persona y solo se encuentra leyendo, no suele servir que te receten o te recomienden, hay que leer, leer y leer hasta encontrar esas palabras que te sirven o te retratan», dice.
Sin embargo, tras tantos años buceando entre versos, tramas e historias tiene un banco de títulos que no fallan: «Depende de los niños, de su madurez, pero recuerdo que Fernando Arrabal les encantaba y pocas personas se pueden resistir a libros como La señorita Cora, de mi adorado Cortázar».
Yo me veo
Como una enamorada de la literatura que nunca se ha atrevido a dar el paso de escribir porque soy terriblemente perfeccionista. Aún así tengo la primera frase de una novela: «Se iba a llamar Raquel...».