Un día en el mar

José Varela FAÍSCAS

FERROL

Temporal en la costa de Ferrol (foto de archivo)
Temporal en la costa de Ferrol (foto de archivo) JOSE PARDO

20 feb 2022 . Actualizado a las 08:06 h.

Fue por mediación de Carducho, o Ghrilo, un avezado fogonero de barcos de vapor retirado, que el patrón accedió a embarcarnos. Habíamos acampado en el pinar de la parte central de la playa cedeiresa de A Magdalena, enfrente de un chiringuito incrustado en el almacén de un aserradero destartalado. Poco antes de las cinco de la madrugada, tras una tarde noche de infructuoso lance donjuanesco, que era el propósito de nuestra avanzadilla, subimos a bordo Andrés, Ramón y yo tras los cinco marineros. La madrugada de verano de finales de los 70, era fresca y se anunciaba luminosa, y nosotros, fatuos ferrolanos, saludamos la jornada como curtidos hombres de mar. Zarpamos y al poco de sobrepasar las puntas Chirlateira y Robaleira, el brillante mar azul empezó a arrugarse. El meneo sin pausa agrietó la confianza en nuestra experiencia de navegantes y agrandó la duda. Duró poco. Pronto se hizo evidente que el dulce balanceo estaba envenenado. Hasta pasado el mediodía, una sucesión de horas sin límite, el vértigo nos aplastó contra la cubierta y nos escabullimos por el tambucho hacia el angosto sollado para alcanzar las literas encastradas en la cara interior de las amuras. Las arcadas, como bombas hidráulicas, se sucedían pues la bolsa estomacal estaba exhausta. Un infierno atizado por la burla compasiva de la tripulación, que se mofaba asegurando que se o mar estivese sempre así, viñan as mulleres e nós quedabamos na casa. Por la tarde, tras las sardinas fritas más suculentas de mi vida, resucitamos y, con unos garrotes sacrificamos los rapes enmallados en el rasco. Ese día germinó mi afición a la pesca de truchas.