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Un millar de mayores de la comarca se apoyan en la teleasistencia

Bea Abelairas
Bea abelairas FERROL / LA VOZ

FERROL

Loly González Rodríguez tiene 71 años y es usuaria del servicio de teleasistencia en Ferrol
Loly González Rodríguez tiene 71 años y es usuaria del servicio de teleasistencia en Ferrol JOSE PARDO

El servicio de Cruz Roja incrementa sus prestaciones con detectores anticaídas

06 mar 2022 . Actualizado a las 05:00 h.

Un millar de personas mayores o con algún tipo de problema de movilidad usan el dispositivo de teleasistencia de Cruz Roja en la comarca. Es la red en la que se apoyan en su día a día, bien porque viven solos o porque se quedan sin nadie muchas horas en casa. El pulsador rojo que llevan en la muñeca o colgado del cuello les conecta desde cualquier estancia con todos los recursos de Cruz Roja. A veces se convierte en un servicio de compañía las 24 horas del día, los 365 días del año, porque pueden apretarlo en caso de ansiedad o activarlo para programas como el denominado Enrédate, que incluye la visita de un voluntario o llamadas semanales para mitigar la soledad.

Todas las llamadas se atienden desde A Coruña, y no solo las de Ferrol, sino las de toda Galicia. Por eso, las cifras del centro de operaciones de Cruz Roja del año pasado impresionan: casi once millones de interacciones entre el personal que atiende el servicio y las personas usuarias y la mitad por situaciones de emergencia, es decir, de accidentes o problemas de salud importantes. En el caso de la provincia de A Coruña, fueron 212.497 llamadas, de las cuales 3.478 eran casos graves en los que había que actuar.

Mónica Villares es la responsable de este programa en Ferrol y explica que, cuando se activa el pulsador, la intervención es muy rápida: «Primero se llama al contacto de emergencia, pero si este no responde se activa el protocolo para llegar a la casa de la persona afectada». A veces son los bomberos o la policía los que deben abrir la puerta. Otras se queda en una llamada a un familiar o vecino cercano.

La tecnología de este recurso se está mejorando y ofrece prestaciones adicionales como un detector de caídas en el que la llamada se dispara cuando nota un movimiento brusco. También incluye un localizador y pueden solicitarlo personas de cualquier edad que se sientan amenazadas.

Tres accesos: privado por 25 euros al mes o a través de Concello y Xunta

Hay tres fórmulas para acceder al servicio de teleasistencia que presta Cruz Roja: uno privado en el que el usuario abona un coste de 25 euros por el sistema más básico, el del botón, que no incluye detector de humos, caídas o presencias no deseadas en la vivienda. Y los dos que tramitan, respectivamente, el Concello de Ferrol, de forma gratuita, y la Xunta, que implica un copago de cinco euros al mes. Cuando la petición se realiza para el privado, el trámite solo depende de Cruz Roja y el servicio se instala en unas jornadas, pero desde las administraciones tarda un poco más, a veces incluso meses.

Por eso, desde Cruz Roja explican que muchas personas comienzan abonando todo el coste hasta que les conceden el sistema a través de los servicios sociales públicos, bien de forma gratuita o con la cuota que les corresponda.

Loly González Rodríguez, usuaria: «Los chicos del botón de la Cruz Roja son los únicos que no se olvidan de mi cumpleaños»

Loly González Rodríguez tiene 71 años. Su historia es la de una cuidadora con la casa llena de gente. Hasta hace diez años, cuando una mañana encontró a su marido muerto en cama y su vida dio un vuelco. «Fue muy duro para mí, me quedé solita», cuenta una usuaria del servicio de teleasistencia de Ferrol. Hace tres años que lo tiene, aunque ella hace mucho más que lleva mal la soledad. Habla con nostalgia de sus cinco embarazos en ocho años mientras seguía, por diferentes destinos, a su marido militar. Eran tiempos en los que solo existían pañales de tela: «Tengo las manos destrozadas de tanto lavar, cuando nació la pequeña el mayor tenía poco más de ocho», repasa una mujer que también cuidó a su padre con alzhéimer y a su suegro.

Tanta gente a su cargo y ahora se cuida sola, ya que dice que los dos hijos que tiene en la ciudad llevan vidas muy ocupadas. «El servicio de Cruz Roja es muy importante, una vez me puse mal y lo apreté, oía voces y no podía hacer nada más, pero terminó viniendo la policía y me rescataron de casa para llevarme al hospital», recuerda sobre la ocasión en la que el botón rojo fue más crucial para su supervivencia. Aunque a diario es igual de importante, porque Loly no solo lo tiene para casos de emergencia, sino como un apoyo fundamental para no quedarse atrás.

«Los chicos de la Cruz Roja son los únicos que no se olvidan de mi cumpleaños, a veces, son los únicos que me felicitan, pero es que además me recuerdan si tengo una cita con el médico y puedo organizar con ellos que me acompañen», explica sobre otras prestaciones que ofrece este sistema, como son la compañía y la ayuda para acudir a las citas o gestiones que debe realizar.

Loly también es usuaria de otros programas, como talleres en la sede o por el que un voluntario la visita al menos una vez por semana. Todavía no necesita la pulsera de teleasistencia que detecta caídas, pero siente que toda esa red de apoyo le ayuda cuando le asaltan recuerdos o tardes muy nostálgicas. «Tan acostumbrada como estaba yo a tener la casa con gente... Quedarme sola ha sido duro, pero he aprendido a aceptar lo que la vida manda y a estar agradecida, también he aprendido a callarme si así todo el mundo es más feliz», confiesa poco antes de acordar con la responsable del programa un acompañamiento para ir al médico al día siguiente.

Loly se va a la calle metiendo bajo el jersey el botón rojo que lleva al cuello, aunque solo funciona en casa: «No me lo quito, a los mayores que se sientan solos se lo recomiendo y que tengan fe y paciencia para llevar la vida».