El anti en el ADN

Nona Inés Vilariño MI BITÁCORA

FERROL

22 mar 2022 . Actualizado a las 23:47 h.

Las cíclicas e históricas crisis políticas que llevaron a los españoles a enfrentamientos fratricidas —como la trágica guerra civil— sembraron la tierra madre de sangre, miseria y… odio. Y provocaron una fractura que A. Machado dibujó como lamento, en unos versos nacidos de su profundo pesar por aquella España que tanto le dolía. Versos que recuerdo con frecuencia, porque resumen, con magistral sencillez, la más cruel seña de identidad de un pueblo, que parece incapaz de reconciliarse consigo mismo.

Por desgracia esos versos: «Españolito que vienes al mundo, te guarde Dios. Una de las dos Españas ha de helarte el corazón» siguen vivos en el alma de millones de españoles que ven cómo, después del más largo período de paz, libertad y progreso, la calima tóxica, que se alimenta de odio, sectarismo, escupitajos groseros sobre nuestros símbolos y del seguidismo acrítico de los llaman «nuestros», se va colando en todo. En política, son millones los que votan anti o lapidan al contrario por lo mismo que aplauden al suyo. Los ejemplos sirven para ilustrar algo que me duele profundamente como ciudadana. En la legítima disputa por el poder se ha instalado y aceptado el anti que lo ha contaminado todo, hasta el punto de que el Gobierno se ha convertido en una fábrica de descalificativos del adversario como peligroso agente antidemocrático y residuo de aquella España en blanco y negro. No puede haber mayor perversión de la política. Porque la supuesta autoridad moral que se atribuye la nueva (y falsa) izquierda es velo para ocultar la incompetencia y el sectarismo, que hiere al corazón de la España que apostó por la reconciliación tiempo ha.