Desde la Mire usted, señor juez, que vengo a denunciar que espiaron a mi cliente, el Gobierno de España. El papelón del abogado del Estado tuvo que ser de hazmerreir para arriba. Miren ustedes, señores diputados catalanes, que denunciamos públicamente que el CNI español nos espió intencionadamente y sin avisar. Lo sabemos gracias al Citizen Lab de la Universidad de Toronto, auténticos especialistas en espionaje del transparente. El papelón de Aragonés y unos cuantos independentistas más es de órdago. Miren ustedes, amigos periodistas, queremos contarle al mundo que al presidente Sánchez y los ministros Robles, Marlaska y Planas les pincharon sus teléfonos móviles con la aplicación Pegasus, ya saben, ese spyware diseñado por la empresa israelí NSO Group para uso de los servicios secretos y agencias policiales de los países democráticos y transparentes, y les robaron mensajes de texto, fotos, correos, vídeos, contactos, llamadas telefónicas, archivos y cosas así. El papelón del ministro Bolaños, primero, y la ministra Robles, después, quedó registrado en los anales de la escuela de espionaje español. Tampoco se quedó atrás la cara de párvulos en seguridad nacional e internacional de los diputados “invitados” a la Comisión de Gastos Reservados y Secretos Oficiales. «Es que no podemos hablar, ni contar nada ni largar por estas boquitas delante de los micrófonos, con lo que nos gusta trabajar con luz y taquígrafos en nuestras cosas de la política», dijeron algunos al salir de la sala de los Secretos y recuperar sus teléfonos móviles.
A España la espiaron desde fuera y España espió desde dentro. Vamos, lo normal y lo de toda la vida desde que los Estados son Estados, al menos. Para eso tenemos un Centro Nacional de Inteligencia y hay escrita una Directiva de Inteligencia, creada una Comisión Delegada para Asuntos de Inteligencia, un Centro Criptológico Nacional, una Comisión de Secretos Oficiales y, por supuesto, los medios propios de captura de información de los ejércitos y las fuerzas y cuerpos de seguridad. Faltaría más. Que ya superamos la mejor escuela de Anacleto agente secreto y Mortadelo y Filemón, agencia de información, aunque lo hayamos disimulado bastante bien con nuestros espías de cabecera, el chófer de Bárcenas, el astuto Carromero y el excomisario Villarejo. Por que en esto de espiar a reyes con amantes, tesoreros que cuentan comisiones en B y presidentas de comunidades que asignan contratos a familiares, somos de los mejores del mundo. Y en pedir que los secretos se desclasifiquen y los espías den la cara, también. Por eso en la wikipedia ya está publicada la lista «Espías de España», en la que por cierto figuran tanto Paz Esteban como Esperanza Casteleiro. Como debe ser.