La semana de los libros prohibidos

José Picado ESCRIBANÍA DE MAR

FERROL

16 oct 2022 . Actualizado a las 05:00 h.

Hace unos días se celebró, un año más, la Semana de los Libros Prohibidos en Estados Unidos. No se trata de una contradicción (celebrar una prohibición), ni es una broma ni una fiesta nostálgica sobre trágicos tiempos pasados. En Estados Unidos los editores y escritores se han unido a Amnistía Internacional para, durante una semana, darle voz a multitud de libros censurados y prohibidos por parte de colegios y bibliotecas de ideario ultraconservador. Biografías de gentes de éxito de razas diferentes a la blanca, libros críticos con el sistema o basados en relatos de escándalos protagonizados por empresarios adinerados y cosas así. Sencillamente los apartan de las manos de los estudiantes o del vecindario que los quiere consultar en su biblioteca comunitaria.

Coincidiendo en el tiempo la página digital de la BBC recordó a la familia argentina que emparedó libros en su casa ante la posible detención del marido por los militares en su dictadura, como así fue. Levantaron un tabique para proteger su biblioteca y allí quedó, intacta hasta hace bien poco que la rescataron. Su propietario sufrió cárcel y tortura pero salvó la vida, algo improbable si le detuvieran en posesión de libros prohibidos por el régimen.

En el golpe del 36 español fusilaron a Matías Usero, ferrolano, sacerdote, abogado, maestro, director de la Escuela Racionalista, masón y escritor. Había sido perseguido por el Santo Oficio por «modernista y liberal». Fue excomulgado por anticlerical y progresista. Sus obras fueron incluidas en el Índice de los Libros Prohibidos y su biblioteca quemada. Un caso más entre los miles contabilizados por la Santa Inquisición a lo largo de cuatrocientos años y sus fieles seguidores, en el caso español, falangistas, franquistas, fascistas y altas instancias de la Iglesia Católica empecinados en continuar esta bárbara costumbre hasta el 14 de junio de 1966, fecha en que el papa Pablo VI suprimió el Índice de Libros Prohibidos y la Sagrada Congregación del Índice. Zola, Balzac, Víctor Hugo, Descartes, Montesquieu, Copérnico, Voltaire, Locke, Rousseau, Galileo, Darwin y tantos otros literatos, filósofos, científicos, teólogos, políticos, quedaron liberados de la «honra» de estar en una lista que le podía suponer la cárcel o la muerte al poseedor de uno de sus textos.

Hace más de cincuenta años que no es necesario separar los libros que fueron prohibidos en una estantería llamada Infierno, como hace (o hacía) la biblioteca del obispado de Mondoñedo-Ferrol. Ni cerrarlos bajo llave en un «aposento especial» como el que tenía la biblioteca de la Universidad de Santiago. Ojalá pronto deje de celebrarse la semana de los libros prohibidos en Estados Unidos. Ganaría la Ilustración.