El centro de día de las Oblatas atendió el año pasado a 21 personas transexuales y cinco hombres. El resto fueron todo mujeres: 272. Curiosamente en el submundo de la prostitución los hombres y los trans están en un escalón todavía más precario. Los voluntarios que los ayudan aseguran que consumen más drogas y sufren muchos estigmas. «Hubo un tiempo en el que en cada piso había un transexual como reclamo», detalla Roberto Ferreiro, que contacta con posibles víctimas de las mafias consultando los anuncios en los que se ofrecen.
La única buena noticia es que el año pasado no tuvieron que alertar a los servicios sociales por menores ejerciendo, aunque los niños siguen siendo las otras grandes víctimas. Buena parte de las mujeres que ejercen tienen hijos, en algunos casos, con ellas y a veces fruto de las relaciones con personas que las explotan.