Esta bitácora quiere ser un abrazo para las viudas sin más recursos que una pensión de alrededor de la mitad de lo que percibía el matrimonio en vida del marido. Esa situación se debe a que durante décadas las mujeres fueron (en parte aún lo son) una red social gratuita de millones de personas que tuvieron que dedicar su vida a ocuparse de su familia, incluyendo a los padres y otros familiares con dependencia, sin que se valorase que esa dedicación exigía un trabajo de coste multimillonario si tuviese que pagarse. Hijas de una sociedad lejos de la igualdad de oportunidades y de un Estado que les reconociese sus derechos, han vivido y viven sin que se despliegue una bandera en defensa de miles de viudas, resignadas por obligación, que no existen para quienes presumen de ser vanguardia de la solidaridad, la justicia social y la defensa de colectivos discriminados. Y este no es un problema con caspa, porque la situación hoy ha variado gracias al acceso a la educación, las políticas de igualdad, la ampliación de derechos y la ley de dependencia. Pero miles de viudas, hijas de la guerra, madres en la agonía del franquismo y abuelas en una España que acariciaba la plena igualdad de derechos y libertades, viven con una exigua pensión que estiran en espera de una ayuda a la dependencia que puede que ni llegue. Por eso quiero blandir una bandera gris plata como emblema de un colectivo ignorado, cuando son referentes de valores que merecen una compensación por el trabajo que regalaron y una maternidad sin semanas de permiso retribuido… Olvidadas por la oficialidad, tan generosa en bonos, se nos van en silencio sin reconocerles ni el mérito de sus renuncias.