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José Ángel Varela, novelista nacido en Ferrol: «Escribir ha sido mi trinchera frente a los golpes de la vida»

Ramón Loureiro Calvo
ramón loureiro FERROL / LA VOZ

FERROL

Ramón Loureiro

Publica a los 58 años su segundo libro, «Las propiedades de la niebla», una novela nacida de la luz de las fragas del Eume

18 jul 2023 . Actualizado a las 23:18 h.

«Escribir, que al fin y al cabo es crear un mundo propio a través de lo narrado, ha sido mi trinchera frente a los golpes de la vida», dice José Ángel Varela (Ferrol, 58 años), que acaba de publicar su segundo libro, Las propiedades de la niebla. Se trata de una novela impregnada de su propia experiencia vital, aunque nada haya estado más lejos de su intención que reflejarse en sus páginas. Y es, sobre todo, un libro nacido de una luz irrepetible: la de las fragas del norte gallego. Esas fragas milenarias que han acabado por convertirse, para Varela, en una puerta abierta al inmenso misterio que nos rodea. En especial la fraga del Eume, el gran bosque atlántico que nos permite viajar, a través de un ecosistema mítico, hasta las raíces de una Europa hecha de mitos y de leyendas. El verdadero protagonista de su libro, además de los claroscuros del fin del mundo, es el territorio vital de José Ángel: un viejo reino de occidente en el que lo que se sueña también es cierto.

—¿Qué grandes amigos son los libros, verdad?

—¡Vaya si lo son...! Los libros que uno lee, los que lo acompañan siempre, e incluso los que cada cual escribe, con independencia de que se escriba para publicar o solo para uno mismo.

—En su obra siempre parece habitar una cierta melancolía. Un poso de saudade, de añoranza de un mundo que ya no existe. O, por decirlo de otra manera, de nostalgia. Por lo que se contaba junto al fuego... y ya no se cuenta.

—Así es, sí. Es añorar lo que se contaba al calor de una lareira.

—Junto al «animal llamado fuego», decía Cunqueiro, señalándolo también como un prodigio que hacía nacer toda clase de historias sorprendentes.

—He tenido la suerte de haber sido niño junto a ese fuego mágico. Recuerdo perfectamente las historias que, junto a la lareira, contaba mi abuela. Por suerte, aún sigo oyendo su voz. Todas esas historias continúan viviendo en mí. Y me hacen reivindicar cada día con más fuerza toda esa literatura oral, todas esa literatura escrita en el aire, que tristemente hemos ido perdiendo.

—Su libro está lleno de ánimas errantes. Ha creado usted un universo en el que se diluye muy fácilmente la frontera que separa lo real de lo imaginado...

—¿Qué es real y qué no lo es? Además, como dice Gustavo Martín Garzo, la ficción es el recurso más eficaz, de cuantos tenemos a nuestro alcance, para explorar la realidad. Y en ello estoy.

—¿La gran tradición oral de Galicia, que tanto le ha dado al arte de contar, se ha perdido definitivamente?

—Mucho me temo que sí. Lo cual no deja de ser una tragedia. Los que aún hemos oído contar grandes historias de viva voz somos muy conscientes del talento que atesoraban todos aquellos narradores orales que sabían contar lo extraordinario como nadie.

—Los índices de lectura han vuelto a crecer desde la pandemia.

—Sí, eso dicen. Pero los jóvenes viven rodeados de una tecnología que no los invita precisamente a leer. Es algo que me preocupa.