Stefanie Pasterkamp: «Pasé de trabajar 300 días al año por todo el mundo a encontrar por fin la calma en Ferrolterra»
FERROL
Esta suiza dejó hace 15 años la escenografía por Valdoviño, ejerce como profesora de idiomas y practica surf
24 sep 2023 . Actualizado a las 13:04 h.Cuando Stefanie Pasterkamp llegó hace quince años a Ferrolterra, quedó deslumbrada por su océano: «Era impactante, me impresionó la ausencia de ruido y supe que necesitaba ese silencio urgentemente». Atrás dejaba una exitosa carrera como diseñadora de escenografía en obras de teatro, películas y óperas. «Pasé de trabajar 300 días al año por todo el mundo a otro tipo de felicidad en Ferrolterra, aquí encontré por fin la paz y la calma, nunca he vuelto a mirar atrás», explica desde una casa con vistas al mar de Valdoviño donde practica surf. Esta suiza de orígenes alemanes descubrió aquí además la pasión de la enseñanza, ya que trabaja como profesora de inglés, francés y alemán. «Y esta nueva profesión también vino a mí, cuando los vecinos me pedían que les tradujese cartas de Suiza o ayudase a los hijos en inglés».
Ahora imparte por la mañana clases a importantes empresas y por la tarde a estudiantes: «Empiezo con niños a los ocho años, más o menos, y los acompaño hasta que llegan a la universidad o incluso más allá». A los alumnos más jóvenes les enseña sobre todo a pensar en nuevos idiomas, a tener conversaciones, a desenvolverse en el mundo. «Y siempre los animo a viajar, o incluso a tener un gap year [un año antes de entrar a la universidad] para ocupar la mente en trabajar en equipo, estar con gente menos favorecida o pensar a qué dedicarte», apunta Stefanie.
Ella misma se replanteó todo a los 40 años, cuando vivía a caballo entre Barcelona y Basilea... pero especialmente en avión. «Estaba cansada de viajar, trabajaba por toda Europa y solo pasaba 60 días al año en casa... era un trabajo impresionante, estabas por Dublín, Edimburgo, Estocolmo, me encantaba pero no quería viajar más», recalca.
Se despidió de las grandes ciudades europeas y llegó a Ferrolterra con 40 años. «Aquí empecé a practicar surf en Valdoviño porque era el deporte local y me encantó esa forma de desconectar en el océano, y hasta pasados los 40 no sabía conducir un coche porque solo me hacían falta los aviones», apunta sobre ese reinicio.
Primero, se dio un año para «pensar en qué hacer» y se dio cuenta de que «esta tranquilidad estaba bien». No tenía previsto dedicarse a la enseñanza de idiomas, incluso pensó en hacer maquetismo para arquitectos, pero su nuevo entorno vecinal le pidió ayuda y vio que todo lo que había vivido «servía para mucho».
Idiomas y surf
Esa enseñanza de los idiomas y el surf forman parte de esa nueva etapa. Stefanie también se ha incorporado a Equipo Laura, centro que forma a futuros profesores en el polígono Río do Pozo (Narón). Y siempre tiene tiempo para practicar surf o andar en bici: «Ya en Suiza realizaba deportes de nieve, pero aquí me apunté al deporte local en las olas».
Insiste en que una persona puede vivir muchas vidas en una. «Yo antes solo me dedicaba al trabajo pero todo cansa aunque me encantase lo que hacía y fuese feliz, cuando estaba en el mundo de los escenarios trabajando con directores tan importantes vi que quería hacer otras cosas y tenía muchos años por delante», explica.
Admite que «fue un lujo tomar esta decisión pero también requiere coraje, era más fácil seguir el camino anterior pero hay que tener iniciativa y nunca volví la vista atrás».
En la enseñanza observa que en Galicia los colegios «están muy enfocados a la gramática y a la escritura pero el mundo es oral, aquí las familias quieren que sus hijos sepan comunicarse y pensar en inglés». En las empresas ayuda sobre todo a preparar presentaciones.
Stefanie respira hondo ante una costa escarpada y rodeada de montañas: «Es maravilloso vivir en una aldea, formamos una comunidad, un pequeño mundo en el que nos ayudamos entre todos». A su alrededor residen emigrantes, antiguos trabajadores del mar: «La vida ante el océano despeja la mente, aquí encontré la calma que lleva a la felicidad... y todo eso no tiene precio».