Llega el día de la princesa de Asturias. Ella es protagonista de un acto histórico en el que sellará su compromiso de respetar y acatar la Constitución y de fidelidad a España y al Rey, por encima de espurios objetivos que se presentan disfrazados de interés general. Hay motivos para la esperanza. El discurso crispado de la España oficial; la estrategia permanente del Gobierno y aliados para ocupar las instituciones se encontrarán con el sólido ejercicio de la jefatura del Estado, que es la mayor garantía de estabilidad y defensa de la Constitución y del Estado de Derecho. Porque los ataques a la independencia del Poder Judicial y la utilización del Legislativo al servicio del Ejecutivo están socavando la calidad de nuestra democracia. Pero Leonor colocando con respeto su mano abierta sobre la Constitución, es la imagen del futuro y una referencia de presente.
Ella está realizando un proceso de formación muy completo, que tutela el Rey, pero, también sus padres, que saben de la necesidad de rodear la exigencia de ternura, que es, emocionalmente, imprescindible para el equilibrio que Leonor necesita para enfrentarse a tantas y tan duras obligaciones.
Ella ya es un poderoso y valioso activo de la Monarquía, que irradia no solo el encanto de su saber estar sino también el entusiasmo por ser lo que se espera de ella: la primera y más leal servidora de España. Gracias, Leonor, por esa sonrisa limpia que nace en tu mirada, por tu elegancia en el hacer y el decir, por tu contagioso optimismo.
No temas, nunca caminarás sola. Aunque algunos, el día 31, te den la espalda, hay millones que te acompañamos, orgullosos de nuestra futura reina.