El pasado viernes Amancio Prada nos ofreció un concierto de formato muy personal y de extraordinaria calidad musical y poética. Fue recibido con un larguísimo aplauso, al que siguió un silencio unánime que permitió reconocer emociones que sobrevolaban la oscuridad solo quebrada por un cambio de luces, tan artístico como acompasado en su ritmo. El ambiente puso luz en la sombra en la que habitan mis frustraciones y a lo largo de casi dos horas sentí que allí estaba emocionalmente protegida de todo lo que ocurría fuera de ese micro paraíso en el que: recitaba un poeta, tocaba un músico y hablaba un hombre capaz de descubrir la belleza en la más sencilla y humilde de las cosas de la vida… y, además, conseguir que todo lo que lo rodea mute en un pequeño universo, hermoso y sereno en el que no tienen lugar los agitadores de la ira que antecede al odio… Y esa fue mi jornada de reflexión, tan racional como emotiva, paradoja que parece imposible y no lo es, porque las palabra del poeta son semilla de la libertad imprescindible para que el voto sea limpio. No tiene esta reflexión más interés (ya pasó lo que pasase) que el de que mi bitácora sea un rinconcito blindado a la ira y a la soberbia, por poco o mucho que guste el resultado electoral y portadora de un deseo: que se escuche la voz de los poetas en silencio. Y hoy elijo el poema de García Calvo, con música de Amancio Prada Libre te quiero himno que debería alumbrar nuestra mirada a España para buscar la respuesta a lo que nos ocurre. Porque la poesía es un arma cargada de futuro y la libertad, sin miedos, el único camino, que no se acaba, hacia la paz. Libre te quiero para recorrerlo.