El gran misterio de O Couto: ataques vikingos y pasadizos subterráneos en una ría de Ferrol que valía su peso en oro

Patricia Hermida Torrente
Patricia Hermida NARÓN / LA VOZ

FERROL

Benjamín Hermida, guía histórico en el patio del monasterio de O Couto en Narón.
Benjamín Hermida, guía histórico en el patio del monasterio de O Couto en Narón. CESAR TOIMIL

El monasterio de Narón permanece abierto al público este verano, con un pasado guerrero de sangre normanda y musulmana; y la sombra de Julio César planeando por estas aguas

08 sep 2024 . Actualizado a las 05:00 h.

¿Surcó Julio César las aguas de la ría de Ferrol? Crónicas de la época relatan su paso por Betanzos y A Coruña, muchos investigadores consideran que también avanzó por el Lubia (Xuvia) en el siglo I A.C. Aquí se alzarían villas romanas de lujo en las costas mugardesas como Caldoval y Noville, se explotaron las minas de oro y estaño en la costa ferrolana, se crearon factorías de pescado. Las tropas imperiales en Britania y Germania se alimentarían con la riqueza de los ártabros. Y la inmensidad del Lubia cobraría tanta fama que con el paso de los siglos se alzó un monasterio único en Galicia como el de O Couto (San Martiño de Xuvia): defensivo, guerrero, volcado sobre la ría, resistente a todos los ataques, desde vikingos a musulmanes. Ahora su gran misterio puede conocerse con su apertura al público durante este verano.

La sangre normanda corre así por Narón, a través de este cenobio cuya arquitectura actual se alzó en el románico del siglo XII aunque su historia se remonta al IX o incluso antes. La Diócesis de Mondoñedo-Ferrol quiere que sus visitantes la conozcan, ante el bum del Camino Inglés (solo en agosto el cenobio se abría tres horas al día y recibió más de 3.000 peregrinos). Con ese objetivo, voluntarios como el guía histórico Benjamín Hermida tratan de impulsar un pasado tan rico como el del antiguo monasterio de Tartares: «Sufrió dos ataques vikingos en 844 y 968, entraron los musulmanes, ardió dos veces pero resistió a todo, y tiene unos pasadizos subterráneos que pudieron servir para escapar de los ataques o como aljibe».

El acceso al monasterio de O Couto, en Narón.
El acceso al monasterio de O Couto, en Narón. CESAR TOIMIL

Dedicado a San Martiño (posiblemente San Martiño de Dumio), nació como comunidad dúplice (hombres y mujeres), «familiar, defensiva y colocada en la ría estratégicamente». Reconstruido un año después del primer ataque vikingo, su planta actual obedece a la decisión del conde de Traba. Cuenta con un panteón familiar de los Trastámara, y en la capilla también están enterrados los hidalgos Diego y Rodrigo Esquío. «Por aquí pasarían los Andrade, el benedictino, el Cluny, el Císter y la desamortización de Mendizábal», indica Benjamín Hermida. Aguantó en buenas condiciones mientras los sacerdotes vivían en la rectoral, y después llegó el declive.

Monasterio de San Martiño do Couto
Monasterio de San Martiño do Couto Ramón Loureiro

En el patio aún se pueden adivinar las zonas de clausura, cocina, calefactorium o biblioteca, pero ya están cerradas y en mal estado. O Couto o Tartares tenía «conexiones con otros cenobios ya desaparecidos como el de Ardá en Neda o el de Pedroso». Y en sus paredes resuenan los ecos de batallas como el ataque masivo del jefe vikingo Gunrod, «que durante tres años quiso hacer de Galicia una Normandía».

Pero para misterios los de sus túneles, uno ascendente tierra adentro y dos que bajan hacia la ría. «En la década de los 20 unos vecinos bajaron afortunadamente con velas, cuando se apagaron subieron corriendo porque vieron que no había oxígeno». Los pasadizos serían clausurados. Considera el guía que «pudieron ser construidos para escapar de los ataques o como aljibe (reserva de agua), al igual que en Sobrado donde los monjes crearon una laguna para alimentarse a base de truchas».