La naronesa Teresa Vázquez tuvo que ingresar a su progenitor en una residencia privada cuando él se convirtió en dependiente: «Ese día se me caía el alma a los pies»
23 oct 2024 . Actualizado a las 14:45 h.A Teresa Vázquez la vida le pegó un vuelco en julio. Hasta entonces, su padre de 89 años vivía solo e independiente, «hacía la compra, conducía, cuidaba de las gallinas; yo me acercaba todas las tardes a preparar la comida, limpiar y ayudar en recados». Pero tras una insuficiencia cardíaca y respiratoria, este hombre pasó de la independencia a la dependencia total. Y tanto esta vecina de Narón como su hermano residente en Pamplona iniciaron una odisea de hospitalizaciones, urgencias y búsqueda de ayuda. «Pero no hay una solución para estas dependencias que ocurren de repente, o dejamos nuestros trabajos o tienes que recurrir a una residencia privada porque la entrada en un geriátrico público puede tardar dos años», indica. Teresa y su hermano tuvieron que ingresar finalmente a su padre el lunes en una residencia privada, «y se nos caía el alma a los pies, aunque esté bien atendido nunca pensamos llegar a esta situación».
Lamenta que para las «personas que se vuelven dependientes de un día para otro tiene que haber un trámite de urgencia a través de la Xunta, mi padre no puede estar solo, tiene sonda y nebulizaciones; necesita atención hospitalaria y de enfermería, debería estar en un geriátrico público con médicos y enfermeras a diario; la única solución que hallamos fue la residencia privada (con buenos profesionales pero no cuidados médicos a mayores)».
Por la situación de esta naronesa, funcionaria en A Coruña, pasan cada vez más personas en una sociedad de creciente envejecimiento. La primera vez que su padre fue a urgencias, se decidió colocarle un marcapasos temporal hasta el definitivo: «Mientras tanto la insuficiencia le afectó a pulmones, corazón y riñones». Teresa agradece el esfuerzo del personal sanitario, como el del Hospital Naval, o del trabajador social que ayudó a su familia a gestionar la residencia. Pero lamenta «que una persona que se vuelva dependiente de un día para otro no entre en trámites de urgencia para llevarla a un geriátrico público (salvo que tengas menos de 4.000 euros en la cuenta)».
Reclama que la atención hospitalaria domiciliaria llegue con fuerza al rural. Y enumera los disgustos por los que pasó antes de tomar la decisión: «Mi padre no puede andar o ir al baño solo, necesitaría dos personas las 24 horas para levantarse y acostarse; cognitivamente está bien, aunque cada ingreso hospitalario le va afectando». Él es plenamente consciente de «que no se va a curar y al internista le dijo que no podía dormir por las noches porque tenía miedo a morirse». Ella ha acabado «sobrepasada y con ansiedad», admite con tristeza.
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Excedencias, bajas, urgencias
Teresa también vivió en Madrid y Pamplona, donde tuvo a sus hijos, «pero cuando mi madre murió hace nueve años decidí volver a Narón para cuidar de mi padre». Tras la enfermedad en el mes de julio, empezaron los bailes de vacaciones y permisos varios para atender al familiar. «Mi hermano y mi cuñado se vinieron en agosto de vacaciones, cada tres días estábamos en urgencias o en el médico, mi hermano se pilló una excedencia en septiembre hasta diciembre para atender esta situación... pero nuestra economía no nos permite dejar los trabajos, no queremos coger una baja, tenemos a los hijos en la universidad, ya una residencia privada cuesta 3.000 euros al mes».
Si fuese un deterioro progresivo, «nos daría tiempo a hacer los trámites para entrar en un geriátrico u hospitalización a domicilio, pero mi padre no va a llegar a las ayudas urgentes y para estos casos se necesita una mayor calidad de vida». Recuerda que antes «las familias eran más grandes, no todos trabajaban fuera de casa, pero también mi madre cuidó diez años de mi abuela y le acarreó una depresión». Y como indica Teresa «ahora llegas a una edad más avanzada pero también con un deterioro, y esta sociedad no está preparada para despedirte de la vida dignamente; en veinte años nos tocará a nosotros».