La historia de Vanessa Bouza de «Gran Hermano», una chica dura y sentimental como Ferrol: «Crecí de golpe»
FERROL
La concursante contó cómo acabó en un centro de menores, sus rupturas sentimentales y su ruina económica con Javier; «hasta vendimos las alianzas»
23 oct 2024 . Actualizado a las 12:05 h.«En mi infancia mi padre me dio un consejo: cada vez que te sientas inclinado a criticar a alguien, ten presente que no todo el mundo ha tenido tus ventajas». Así empieza la novela El Gran Gatsby. Y así debería enfocarse la vida de Vanessa Bouza, la concursante ferrolana de Gran Hermano que ha llegado a este programa de Telecinco para darlo todo y más. Su generosidad la ha llevado a desvestirse emocionalmente en la Curva de la Vida, hasta el punto de contar desde su complicada infancia hasta sus problemas económicos con su marido Javier Mouzo (también concursante de Gran Hermano).
Hija de una madre soltera, tuvo «una gran referencia en mi abuela que fue la que me crio porque mi madre no estaba en casa». Pasó por un centro de menores, «te ves sin nadie, sin familia, crecí de golpe, no me quedó más remedio». Y en aquella soledad seguramente decidió que lucharía como una leona para conseguir sus metas.
Con su exmarido tuvo dos hijos y vivió momentos complicados, por decirlo suavemente, según se deduce de sus palabras: «A los 17 años me caso con él, fueron momentos difíciles hasta que cambia conmigo, empiezo a tener mucho sufrimiento físico y mental». Admite que con uno de los hijos «se tomaron medidas para que no entrase en la casa, es muy duro para una madre porque un hijo siempre será un hijo».
Tras su exmarido, tuvo una relación de tres años con una chica a la que fue infiel. Y finalmente conoció a su alma gemela, un chico que la entiende como Javier, «mi marido, mi salvavidas». Juntos emprendieron una carrera profesional por las orquestas, un mundo rutilante por fuera pero con sus asperezas por dentro. Y acabaron arruinados por impagos de una de estas formaciones musicales. «Hasta acabamos vendiendo nuestras alianzas de boda, fue como arrancarnos un trozo de corazón, nos vinimos de Cantabria a Galicia con ayudas sociales», explicaba . Hasta que por fin llegó «nuestra hija, un rayo de luz». Una niña que por cierto envió un emotivo mensaje a su padre: «Papi, te quiero, destíñete de rubio».
Así es la historia de Vanessa, una chica dura y sentimental como Ferrol.
Una concursante única en riesgo de expulsión
Vanessa se enfrenta este jueves a una posible expulsión, cada vez más cerca tras la salvación este martes de su marido Javier. Los espectadores del programa tendrán que decidir ahora entre ella y Daniela, grandes amigas dentro del concurso. «A mí me da mucha pena de verdad que parte de la audiencia no haya sabido comprender a Vanessa», ha lamentado en plató Belén Rodríguez, colaboradora del programa, «porque creo que para ella Gran Hermano es importantísimo y que ella esperaba que le cambiara la vida».
Una concursante «hipnótica, única», como ha destacado la tertuliana, Vanessa ha estado en el centro de las polémicas dentro de la casa, porque no deja que nadie la someta. Se ha enfrentado sin miedo a la mayoría de los habitantes de la casa, especialmente a los de la habitación contraria, lo que le ha valido su nominación junto a sus compañeros de grupo dentro de la casa. Tanto la ferrolana como los colaboradores de Gran Hermano dan por acabado su paso por el concurso, ante el abultado porcentaje de la persona más votada (75 % de los votos, frente al 15 % de la segunda en el ránking y al 8 % de Javier).
Pase lo que pase, lo hará dejando una huella imborrable en esta edición del reality. Su verborrea y capacidad para el enfrentamientos, sus comentados outfits, la voluble relación con su marido, que pasaban del sexo a la tensión marital por momentos, y su dedicación al concurso ya forman parte de la historia del programa de telerrealidad.