La médico acusó la agresión de hace casi tres años. Es una facultativa con vocación de ayudar en las zonas rurales, de escuchar a los pacientes y esta vivencia ha sido un mazazo en su carrera. No quiso estar más de una semana de baja, a pesar de que sufría ansiedad cada vez que volvía al centro de salud. Tan palpable que hasta sus compañeros lo notaron y se preocuparon mucho.
Asegura que denunció por una cuestión didáctica: «La gente debe saber que agredir o tratar mal a un sanitario no es gratis y a veces sucede que hacia las mujeres hay una actitud más despectiva, porque nos llegan a decir cosas como ‘no sabes nada' o ‘no te enteras'», cuenta una profesional que desea mantener el anonimato y volver a confiar en la bondad de sus pacientes. Todavía le cuesta y recuerda que hubo muchos días en los que revisaba la lista de citados con angustia, por si estaba su agresor o alguien cercano. «La verdad es que me ha afectado mucho, tengo miedo y siempre temo encontrármelo de nuevo», confiesa.
Medida importante
Su abogada aceptó llegar a una conformidad con el procesado, pero siempre manteniendo una medida que la mantenga protegida al menos durante un tiempo, porque aunque la pena conlleva cárcel el agresor no ingresará en prisión. «Para mí es muy importante que, al menos durante dos años, no pueda acercarse, aunque siga siendo usuario del centro de salud y de los servicios en los que trabajo», cuenta esta médica.