La antigua habitación del telegrafista, ahora suite, era la más demandada
02 nov 2024 . Actualizado a las 05:00 h.Hace justo 30 años que el Concello de Mañón formalizó la compra del antiguo semáforo de Estaca de Bares al Ministerio de Defensa, por 301.620 pesetas (unos 1.800 euros). La construcción, que data del siglo XVIII, había sido un centro de control del tráfico marítimo y se encontraba en estado ruinoso. Para la rehabilitación, el Ayuntamiento consiguió una ayuda de cerca de 35 millones de pesetas (210.000 euros), a través de fondos europeos del antiguo programa operativo de desarrollo y diversificación económica de zonas rurales (Proder).
El 3 de junio del 2002 se publicó en el Boletín Oficial da Provincia (BOP) de A Coruña un anuncio para la gestión de las instalaciones, convertidas en «un hotel de lujo», como se publicó entonces. Al padre del coruñés Francisco Javier Pardo Obra le llamó la atención. «Tenía una empresa eléctrica y al ver semáforo creyó que era un semáforo [señal luminosa]», cuenta. Cuando descubrió de qué se trataba, pensó en su hijo, que había estudiado Turismo y llevaba varios años con contratos temporales en hoteles. Su proyecto fue el más valorado y el 15 de agosto entró en funcionamiento, pese a que las obras aún no habían finalizado.
La antigua sala del telegrafista se transformó en la suite del hotel de naturaleza Semáforo de Bares, un alojamiento de dos estrellas con unas extraordinarias vistas al Atlántico y al Cantábrico, desde el que, algunos días, cuando se produce una inversión marítima (las nubes ocultan el agua y el sol ilumina los puntos más elevados), es posible tocar el cielo. Este hospedaje, situado a 210 metros sobre el nivel del mar, en la punta más septentrional de la Península, funcionó bien desde el principio, pese a fallos de diseño y construcción, evidentes desde que abrió sus puertas. El emplazamiento, único, y el trato paliaron las carencias, y en distintas etapas, las reservas de la estancia principal, con siete enormes ventanales y una vista panorámica de 360 grados, se apilaban.
Con dos habitaciones en el edificio principal y tres en el de la galería, servicio de bar, restaurante (por épocas solo para huéspedes) y una magnífica terraza, el Semáforo de Bares se ganó a la clientela. «Hay gente que lleva viniendo veinte años», destaca Pardo Obra, que ya ha despedido a las dos empleadas fijas y entregará las llaves el día 14. Los efectos de la humedad, patentes en paredes, techos y suelos desde la apertura, se han ido agravando, igual que el insuficiente aislamiento térmico y acústico, pese a las mejoras acometidas por la empresa que lo ha gestionado. «Para ser rentable necesita una ampliación, porque clientela hay, gusta mucho y el sitio donde está es único», sostiene.
El Concello descarta acometer una reforma integral del interior de las edificaciones del hotel. «Haremos un proyecto para cambiar las ventanas, dar una mano de pintura y hacer algunos arreglos. Después lo sacaremos a concurso de nuevo», indicó el alcalde, el popular Alfredo Dovale. Confía en que «vuelva a funcionar dentro de cinco o seis meses». Pardo Obra abandona el proyecto, «con mucha pena»: «No tenemos más que agradecimiento a la gente de aquí, desde que llegamos, por la confianza que nos han dado siempre».