Cuando el golpe de la dana llega a Fene: «Nuestra familia tardó cuatro días en poder decirnos que estaban vivos»

Patricia Hermida Torrente
Patricia Hermida FENE / LA VOZ

FERROL

La valenciana Elena Pons y Zaira Pérez (presidenta del Anpa), con el material recogido en el colegio Jorge Juan de Perlío (Fene)
La valenciana Elena Pons y Zaira Pérez (presidenta del Anpa), con el material recogido en el colegio Jorge Juan de Perlío (Fene) Cedida

El Anpa y el colegio Jorge Juan de Perlío organizaron una recogida de material, que será llevado altruistamente hasta Valencia por un camionero de Ecotransportes; en el centro hay una familia del pueblo valenciano de Albal

08 nov 2024 . Actualizado a las 13:51 h.

En la ría de Ferrol, hay familias valencianas que siguen con gran dolor el impacto de la dana. Una de ellas vive en Fene por motivos de trabajo, con un hijo de cinco años en el colegio Jorge Juan. Y el Anpa junto con el propio centro educativo han organizado el envío de una furgoneta con casi un centenar de cajas grandes de material: productos de limpieza e higiene, palas, rastrillos, botas de agua, mantas, agua, comida en conserva, comidas para bebés, mascarillas, guantes, gasas, cremas, pañales de adultos y de bebés y comidas para animales. Será transportado altruistamente por Óscar Pérez Rico de la empresa Ecotransportes. Colaboran desde docentes a todas las familias. Y el gesto es agradecido por la valenciana Elena Pons, natural del pueblo de Albal y con su hijo matriculado en la Jorge Juan: «Tardamos cuatro días en recibir un WhatsApp de nuestras familias diciendo que estaban vivos, llevo diez días llorando».

Desde el Anpa de este centro, la presidenta Zaira Pérez (mamá de dos niñas en el centro) indica que la iniciativa del envío de ayuda «empezó con un profesor y las familias quisimos colaborar con donaciones, también Elena se puso en contacto con el Anpa porque ha vivido en Valencia toda su vida». Elena Pons llegó a Fene con su hijo y su marido, que trabaja para el naval. «Y hemos vivido las riadas desde aquí con pura desesperación, cuando les llegó la alerta al pueblo el barranco ya estaba desbordado y el agua llegaba al pecho». Explica que en riadas anteriores, «se avisaba siempre con una hora de antelación para sacar los coches de los garajes pero en esta ocasión no dio tiempo, no se esperaba que fuese todo tan fuerte». Los barrancos se desbordaron «y suerte que el nuevo cauce del Turia no se desbordó porque si no Valencia entera se hubiese ahogado».

Elena conserva a su familia paterna y a sus amigos del colegio en el pueblo de Albal, pero tanto ella como su marido tienen más parientes repartidos por el resto de la Comunidad Valenciana: «En Paiporta nos dicen que es como estar en guerra». No perdieron a familiares directos, pero sí a conocidos: «Una tía mía en Alfafar me dijo que vio pasar muchos muertos de las inundaciones bajo su ventana, dice que los muertos han llegado a la puerta de su casa, una prima me contó que agarraron un palo de la cortina para enganchar a un vecino y salvarle la vida» .

Material recogido para Valencia en el colegio Jorge Juan de Perlío (Fene)
Material recogido para Valencia en el colegio Jorge Juan de Perlío (Fene)

Todo esto se ha vivido desde Galicia con impotencia: «Mi colegio estaba hasta arriba de barro, nos desespera ver que las autoridades competentes no hacían nada y entiendo la indignación de Paiporta aunque los reyes no tuviesen la culpa, la desesperación va contra los políticos que no se movieron para salvar a la gente». Considera Elena que «se están diciendo mentiras como que no hay cadáveres en los túneles y eso genera más impotencia, hay rabia con los políticos pero agradecimiento con la solidaridad de toda España, la gente no dejó que Valencia se ahogase en el lodo». Teme que «ahora venga lo peor, que los garajes llenos de agua afecten a la estructura de las viviendas, los médicos están desbordados con gente mayor atrapada en sus casas porque les cayeron muebles encima, una amiga lloraba porque por fin consiguió ropa interior para una persona mayor».

Y Elena lanza la siguiente reflexión: «Dicen que ahora no se pueden celebrar las Navidades o las Fallas, pero si no celebramos qué nos queda, tenemos que tirar adelante para levantarnos otra vez, los supervivientes dicen que no se han muerto de milagro». El transportista Óscar se presentó voluntario para el envío porque suele trabajar por la zona afectada, y él mismo costeará todo: desde peajes a combustible, además de colaborar en la recogida de material.