La vida junto al edificio selva de Narón: «Ratas, niños que caen enfermos y pececillos de plata»
FERROL
Los vecinos de un inmueble abandonado y con inundaciones en Xuvia sufren continuas humedades
10 nov 2024 . Actualizado a las 21:46 h.Las lágrimas corren por la cara de Almudena Rodríguez, mientras cuenta su situación. «El edificio vecino quedó abandonado y sufre tantas inundaciones que genera humedades en el nuestro, hasta mi hijo con alergia a los ácaros cae enfermo muchos días y tiene que faltar a clase», asegura mientras enseña el informe médico. La desesperación crece en torno a este inmueble de Xuvia, en la carretera de Castilla. Su dueño tenía en el bajo una tienda de lámparas y decoración, falleció sin descendientes directos. Y desde la pandemia, el inmueble se convirtió en una cascada por la fachada y en una selva por detrás. Los vecinos del edificio colindante, uno de los de más nuevos de Xuvia, alertaron sobre esta situación al Concello de Narón.
Junto a Almudena, así lo indican otros propietarios de los pisos cercanos como Esther Torrente, Pilar Castro, Vicente Bouza o Juan Carlos Padín. Estos vecinos de los tres portales colindantes llamaron a la policía autonómica. Cuando las filtraciones caen por la fachada desde el tejado, «la inundación sale del escaparate de la antigua tienda de lámparas y el agua llega al suelo de nuestros pisos». En la propia tienda abandonada, cayó el techo sobre las vajillas aún en exposición mientras las lámparas gotean. «Cualquier día puede haber una desgracia y caer parte de esa fachada», insisten los residentes en torno a este inmueble.
«Debido a vivir al lado de este edificio abandonado y en tan mal estado, tenemos nuestras casas con humedades y moho, el parqué levantado, mal olor, bichos», explican. En el caso de Almudena, «mi hijo es alérgico a los ácaros, no tiene que sufrir esto porque se pone fatal y no puede ir al cole, esto no es vida». Reconoce que «me está afectando muchísimo».
En la parte de atrás de esta construcción, ha emergido «una selva completa, es un monte y un nido de ratas». Al principio veían a los roedores correr, ahora «las zarzas crecieron tanto que se camuflan hasta invadir dos fines de semana que eran usados por el señor para vivir». Mientras tanto, las humedades dejan las paredes de los vecinos «negras, con la pintura levantada, los muebles estropeados y podridos, el rodapié hinchado y lleno de moho». Se ven así obligados a vivir en un contexto de «ratas en la finca vecina, mientras nuestros niños caen enfermos y las casas se llenan de los insectos llamados pececillos de plata». El hijo de Almudena «está seguido con laringitis o poniéndose oxígeno en la residencia, mientras gastamos en deshumidificadores».
La gestoría de la comunidad informó sobre la situación al Concello, aunque se trata de una propiedad privada. «Pero en la acera hubo caídas», avisan estas personas mientras aguardan una solución.