La larpeira, o bolla de huevo, del día del patrón sobrevive sin verbenas ni fuegos artificiales
A CAPELA

Panaderías y confiterías siguen recibiendo encargos para las fiestas, aunque el tamaño de tartas y empanadas se reduce
16 ago 2020 . Actualizado a las 05:00 h.El coronavirus ha desdibujado el verano, sin verbenas ni fuegos artificiales, pero no ha podido con las celebraciones familiares, aunque sean reducidas. Y en una mesa, el día del patrón, no pueden faltar los dulces. La larpeira, o bolla de huevo (que muchos conocen como bolla de patrón), ha sobrevivido a las restricciones derivadas del covid-19.
En las panaderías y las pastelerías de las comarcas de Ferrolterra, Eume y Ortegal siguen recibiendo encargos de tartas, brazos de gitano y empanadas, eso sí, «menos cantidade ou máis pequenos, porque non vén a familia de fóra», explica Jorge Calvo, propietario de la panadería Vilar de Mouros, en A Capela. En vísperas del 15 de agosto, hervía el obrador de este negocio fundado hace 59 años. «Temos clientela de moitos lugares, desde Viveiro ata Ortigueira, e no verán, xente de Cataluña, Andalucía... Cando se van paran a comprar», cuenta. De las parroquias de la zona también acuden, sobre todo para endulzar las fiestas, este verano sin orquestas ni atracciones: «Queren o típico, a bola de ovo e os brazos de xitano, e tamén bastantes empanadas».
En Cedeira, sin las fiestas de agosto, buscan consuelo en las eses (galletas típicas de la villa) y el pastelón, otro icono. «La gente se junta, pero menos, con las familias repartidas; es como una Patrona en pequeñas dosis en las casas. Encargan de todo, pero es cuando varían más, como en Navidad, y se está vendiendo mucho el pastelón de San Andrés [de ternera estofada y setas, productos típicos de A Capelada] o los de marisco, y también los clásicos. Y muchísimas eses, más que tuviéramos. Este año está siendo tan raro que no puedes prever nada», señala María Arribi, dueña del Horno Artesano Arribi. Los veraneantes de siempre se apuntan a las eses y al pastelón, igual que «muchas caras nuevas, gente que viene descubriendo Galicia», subraya esta empresaria.
De la panadería Patricio, en Pontedeume, no dejan de salir larpeiras y empanadas. «Para las fiestas se sigue trabajando igual que siempre, las familias se juntan en casa y te piden lo de todos los años, larpeira, empanada, bolla grande de pan [de un kilo], almendrados...», indica Patricio Bouza, que representa a la cuarta generación al frente de la tahona. «Estamos trabajando más que el verano pasado porque hay más turismo en Pontedeume, más gente de fuera», destaca.
Los orteganos se quedaron sin las fiestas de Santa Marta, pero no renunciaron a la tarta de Ortigueira ni a los brazos de gitano. «Los gustos sí que no han cambiado», comenta María José Cornide, una de las responsables de la panadería Dolan. Sí advierte que los clientes «piden tartas más pequeñas». Las calles están llenas de gente, «pero este 15 de agosto no tiene nada que ver con el del año pasado», reconoce. En As Pontes también se quedaron sin celebraciones en julio. «A xente non se move igual ao non haber festa, vendemos mantecadas, polvoróns, brazos de xitano, empanadas, pero todo isto está tendo unha repercusión enorme», admiten en la panadería Viuda de Domingo López.
En O Forno de Binuca, en Neda, perciben el bajón: «Se nota que todo está más parado, tuve alguna encarga por las fiestas de San Salvador, pero menos que otros años, bollas de huevo de toda la vida y empanadas».