
La agrupación Caamouco ofreció piezas especiales y el menú más marinero en la plaza do Pedregal
06 ago 2018 . Actualizado a las 05:00 h.No estaba el día para pasarlo en una plaza sin árboles, pero la Festa da Cabria de Redes ofreció generosas sombrillas en las que disfrutar de un encuentro con el menú más marinero: sardinas elaboradas en una parrilla en el muelle, a unos metros del agua, ante un generoso asentamiento de terrazas con vistas, una leve brisilla y más de treinta grados en los termómetros. «Hace mucho calor, pero aquí con la bebida se está bien, lo que no se aguanta casi es hacer la cola para conseguir las sardinas», contaba uno de los visitantes que logró apostarse en una mesa. En torno a las dos de la tarde ya no había ni un espacio libre para comer en la plaza do Pedregal, ni en el entorno.
«Esperemos que por la tarde refresque un poco y vengan aún más personas», apuntaba una de las artesanas que ya participó en otras ediciones de una celebración que promueve la Agrupación Instructiva Caamouco y que tiene una parte lúdica, pero que sobre todo pretende dar a conocer los trabajos de los artesanos de la comarca. La cestería que elaboran los miembros de esta entidad era uno de los primeros puestos que se encontraba al llegar a la plaza. Al lado de los bolsitos de rafia que están de plena moda había pulseras, pasadores para el pelo y hasta sonajeros para bebés. Cada uno con una peculiaridad: «Hay bolsos que están hechos con rafia de algas, otro de pino que vamos a buscar nosotros mismos al monte -iba relatando una de las creadoras-. Todos son de alumnos de unos cursos tan buenos que hay lista de espera». La venta de los artículos reportó fondos para los autores de los mismos y para comprar material para las aulas del próximo curso para el que ayer se forjaron nuevas vocaciones.
«Dejé Madrid por Ares»
María Pérez expuso una colección en torno a unos dibujos de seres femeninos que ella titula Mujeres oníricas. «Dejé Madrid para vivir en Ares por amor. Pon esto bien claro», incidía una lingüista que también cambió un trabajo con nómina asegurada para embarcarse en una vida de artista en la que crea vestidos, camisetas, libretas y muchas otras cosas bonitas. «Mi colección de dibujos y ropa se llama Mujeres oníricas porque es como yo: del mundo de los sueños», confesaba con sonrisa de felicidad antes de recordar que sus piezas se pueden comprar en la tienda Depatio11 del mercado de Recimil.
A unos metros otras dos mujeres, Luisa Granja y Agustina Motas, presentaban los frutos que salen de un taller en el que trabajan a la vez que idean cursos para que otras personas aprendan a dar rienda suelta a su creatividad. Luisa vendió todo tipo de barquitos decorativos (hasta como imanes para la nevera) elaborados con los restos de madera que llegan a las playas. Mientras que su compañera presentó piezas muy delicadas en vidrio y hasta pendientes con conchas joya. Las dos forman parte de la asociación Camiño de Artesanía, que participó en una fiesta con alma marina y en la que hasta se solicitaba a los visitantes que se vistiesen pensando en el mar.
Una muestra de ropita para bebé y niños muy pequeños en lino de rayas hizo honor a la temática de una cita que ya acumula diez ediciones y que apenas acusó los efectos de la ola de calor como otras ferias, como la medieval de Ferrol, que durante las horas centrales del día se quedaba casi desierta. Las creaciones en cuero tuvieron su lugar en la mesa que atendía el joven naronés Simón Pita con mucho cariño, porque los artículos eran el fruto del trabajo de su madre, que pasó dos décadas entregada a una artesanía en piel con grabados para carteras o bolsitos y que completaba toda una colección de artesanos con una historia diferente que marcan sus piezas, como la propia Festa da Cabria.