As Pontes pierde a Carmen Corral, «Carmen da Depuradora», memoria viva de las tierras del Eume, que inspiró uno de los murales de «Fenómenas do rural»

AS PONTES

Carmen Corral, junto a Yoseba MP, el artista que convirtió su imagen en todo un símbolo del arte urbano gallego
Carmen Corral, junto a Yoseba MP, el artista que convirtió su imagen en todo un símbolo del arte urbano gallego Arquivo Y.M.P.

Tenía 102 años de edad, y la obra de Yoseba MP la había convertido ya en uno de los grandes iconos del arte urbano gallego

24 feb 2024 . Actualizado a las 16:59 h.

Llevan razón cuantos dicen que con el fallecimiento de una persona mayor muere siempre, también, una inmensa biblioteca. Una biblioteca irrepetible, que está hecha de memoria y de sueños, de experiencia del mundo y del siempre difícil arte de existir. Así sucede, también, con el fallecimiento de Carmen Corral, «Carmen da Depuradora», memoria viva de las tierras del Eume, que ha fallecido a los 102 años de edad. Ella había inspirado, además, uno de los murales de «Fenómenas do rural», la serie de obras de Yoseba MP (Joseba Muruzábal) que, a través del arte urbano, rinde tributo a esas mujeres cuyo esfuerzo infinito, y cuya extraordinaria generosidad, ha hecho de Galicia, calladamente -viviendo siempre para los demás sin pedir nada a cambio-, lo que hoy es.

Arquivo Y.M.P.

Muruzábal, cuyo mural, que puede contemplarse en As Pontes, ha convertido a Carmen en uno de los grandes iconos del arte urbano gallego, recuerda cómo Carmen le contaba lo difícil que habían sido los primeros años de su vida, en una familia campesina de las tierras del Eume. Después trabajó «polas casas», en el servicio doméstico, y formó una familia. Su marido se ocupaba, en As Pontes, de la depuradora que permanecerá para siempre unida al recuerdo de Carmen Corral, que cuando iba camino ya de los cien años -cuando Yoseba MP la conoció-, seguía siendo una mujer extraordinariamente afable, además de una gran narradora oral, una gran contadora de historias, que solía asomarse a la ventana de su casa para contemplar, desde allí, en silencio, otra casa no muy lejana: la casa en la que ella había vivido mientras su marido estaba al cuidado de esa depuradora que, desde hoy, y para la eternidad, ya es literatura, también. Literatura y, por supuesto, luz.