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Cristina Liliana Bosi, carnicera en As Pontes con 60 años: «Estaba en hostelería, y ya de tener que trabajar sábados y domingos, mejor poner algo mío»

ANA F. CUBA AS PONTES / LA VOZ

AS PONTES

Esta cocinera bonaerense reabrió, hace apenas cuatro meses, la carnicería O Barreiro
Esta cocinera bonaerense reabrió, hace apenas cuatro meses, la carnicería O Barreiro JOSE PARDO

Viajó con su familia de Argentina a la villa pontesa a través del plan Retorna, huyendo de la inseguridad, y se ha puesto al frente de una tienda en el poblado de O Barreiro

21 feb 2025 . Actualizado a las 15:56 h.

La primera vez que aterrizó en Galicia fue su hija, que viajó a Viveiro en septiembre del 2023. A la semana la siguió su hermano, con destino a As Pontes, y un mes y medio después cogieron un vuelo ella y su marido. Cristina Liliana Bosi (Argentina, 60 años) y su familia se acogieron a la Estrategia Galicia Retorna, un programa de la Xunta del que pueden beneficiarse las personas retornadas nacidas en Galicia y sus descendientes, y los cónyuges o parejas de hecho. Su suegra, que permanece en Argentina, y toda su familia son originarias de la aldea de Vilar de Astres, en el municipio ourensano de O Carballiño.

«Los chicos ya habían venido en el 2017, primero uno y luego el otro, a través de un programa de la Xunta para que conozcan la tierra de sus abuelos. Hicieron el Camino de Santiago, y luego vinimos nosotros, porque mi marido tenía la cosa de ver dónde habían nacido sus abuelos (allí viven todas sus primas)», cuenta. Y el 21 de septiembre del 2023, su hija se subió a un avión rumbo a Galicia —«se anotó (al programa Retorna) y la llamaron para salir en quince días; dejó la facultad allá (estudiaba instrumentación quirúrgica) y sigue en Viveiro, muy contenta, trabajando de camarera en un restaurante»—; y el 29 partió su hermano —«es cocinero y pastelero, vino para un restaurante de As Pontes, pero se cansó de la hostelería y ahora ha empezado a estudiar un ciclo de calderería y soldadura»—.

«Los tres tienen doble nacionalidad, yo no, pero no tuve ningún problema. Tienes que venir con empleo y firmar un acuerdo de que el primer año vas a trabajar dentro de Galicia», explica. La pareja optó por As Pontes porque ya estaba su hijo, y no se arrepiente. «Mi marido está en una empresa en el polígono de Os Airíos desde el principio, muy contento; y yo empecé en hostelería, cuatro meses en un lado, cinco en otro... Soy cocinera de toda la vida, pero dije: ‘Si voy a tener que trabajar sábados y domingos, voy a intentar poner algo mío'», relata. Y así, a finales de octubre del 2024, con 59 años, se decidió a emprender.

«Había una carnicería en O Barreiro, la dueña se había jubilado y se quedaron unas chicas, pero llevaba cuatro o cinco meses cerrada... Teníamos unos ahorros, se vendió la casa de mi padre (donde vivíamos nosotros en Buenos Aires) y tengo ese dinero de respaldo», desgrana. En su país trabajaba en la casa donde nació, en la cocina industrial que montó, preparando comida para llevar y servicio de cátering: «Me conocía todo el mundo y trabajaba mucho, a veces se formaban colas, pero últimamente, lo que vendía a diez, cuando iba a comprar tenía que poner quince». Esa fue una de las razones por las que atravesó el Atlántico. Aunque la principal es otra: «Mi papá se murió con 86 años diciendo que esto siempre es lo mismo, gobierne quien gobierne, pero antes no había inseguridad, y ahora no podés vivir, esto ha cambiado muchísimo».

«Trabajo teníamos. Mi marido llevaba 29 años en la fábrica y luego se iba a hacer cosas como electricista; y yo, en mi casa, de lunes a lunes. Aun con todas esas horas lo único que haces es mantenerte, no puedes ahorrar. Pero lo peor era la inseguridad, no vives tranquilo, te roban o te matan. Allá no hubiera podido salir sola del negocio a las ocho y media o las nueve de la tarde. Mi marido se levantaba para acompañar a mi hija a tomar el bus para que no le pasara nada. Todo eso te genera mucho estrés», remarca.

Ahora tiene su propio negocio, la carnicería O Barreiro —«el hijo me pidió que conservara el nombre que le había puesto la dueña»—, que es un pequeño supermercado, con frutas y verduras, y otros productos. Reconoce que «la carne en Argentina es otra cosa, aunque el animal es el mismo, porque tiene las mismas partes [risas], pero acá tienen distintos cortes». Algún cliente le pregunta por qué no ofrece cortes argentinos. «Para hacerlo como allá necesito una media vaca, y de momento no tengo tanta demanda. Pero estoy muy contenta, porque estoy muy tranquila —reitera—, y poco a poco va avanzando. Lo que buscaba, lo que quería con 60 años era estar muy tranquila».

Solo descansa las tardes de sábado, domingo y lunes, «para jugar al tenis de mesa en A Madalena», y espera poder montar pronto el obrador. «Empezás todo de vuelta... a los 60 años aprendí a hablar, a caminar...». De la capital argentina a As Pontes. «En el pueblo estoy recontenta. La mayoría de la gente es espectacular, te recibe bien y nos ha ayudado de una manera u otra», agradece. Ahora, ella y su marido sueñan con «comprar una casita».