












Veintiséis personas trabajan en este CAT, que oferta unas 70.000 piezas
10 jul 2022 . Actualizado a las 23:23 h.En Desguaces Armonía, en el polígono industrial de As Somozas, entran unos tres mil coches al año (algún ejercicio han sido más del doble). Dispone de unas 70.000 piezas, recambios y repuestos del automóvil (de medio centenar de marcas), que vende en línea, a través de su página web o en plataformas internacionales como eBay o Ecooparts, y cuenta con unos 14.000 clientes, cerca del 60 % en España y el resto en toda Europa, sobre todo en Francia, Alemania, Italia, Holanda o Bélgica. Funciona desde 2004 y en 2021 rebasó, por primera vez, los dos millones de euros de facturación. Pero de lo único que presume su gerente, Paco Insua (Vimianzo, 49 años), es de la plantilla, formada por 26 personas, «el 85 % con contrato indefinido».
«Me gustaría poner en valor el equipo y la zona», repite varias veces a lo largo del recorrido por la planta, 16.000 metros cuadrados, la mayor parte de la superficie al aire libre, con torres de coches perfectamente alineados, algunos con golpes irreparables y otros que parecen nuevos, hasta que se observa la matrícula o el lateral opuesto. A la entrada están las oficinas, con un servicio de atención telefónica a los clientes; y al fondo, la plataforma de descontaminación, donde se retiran los residuos peligrosos —baterías, aceite, líquido de frenos, anticongelante, combustible, gases fluorados o alternativos (del aire acondicionado)—, que almacenan para su posterior traslado a plantas especializadas. En la tercera nave desmontan las piezas, que seleccionan y limpian para su catalogación y envasado en bolsas, para su posterior venta.
Cuentan con tres photocalls, donde iluminan cada recambio para fotografiarlo y subirlo a la web, una vez referenciado. Daniel Varela, mecánico naronés de 37 años, es el jefe de almacén. «Aquí también se fija el precio de cada pieza», indica. Diego Martínez, ortigueirés de 36 años, estudió FP de automoción y trabaja en el desguace desde 2005 como vendedor: «Moita xente mándache a foto do que busca por wasap, é o mellor para identificala porque polo nome non sempre é fácil». «Aquí solo se venden piezas de las que puedes dar garantía [un año para particulares]», recalca el gerente de este Centro Autorizado de Tratamiento (CAT), «el más grande de Galicia». Este tipo de instalaciones son las únicas a las que se permite recibir vehículos al final de su vida útil, emitir el certificado de destrucción y tramitar la baja definitiva ante la Dirección General de Tráfico. Este es, siempre, el primer paso; y el destino último, el prensado de todo lo que no resulta aprovechable.
Eloy Picos, vecino de Vilaboa (Valdoviño), dejó su oficio de carpintero para incorporarse a Armonía hace ocho años. «Tiña falta de cambiar e gústanme os coches», comenta. Maneja con soltura la carretilla, pero es polivalente, como sus compañeros. Iván Prieto (As Somozas, 35 años) coordina el departamento de ventas. «O bo é que nos estamos formando continuamente», subraya. Alain Mato, coruñés de Labañou, entró hace año y medio de comercial: «Visito talleres para venderles recambios, por la zona de Carballo, Santiago y A Coruña». Hay piezas que no tienen salida y otras con mucha más demanda que oferta. «Las más caras son motores y cajas de cambios; y lo que más se vende, los módulos electrónicos, las centralitas», señala Insua.
Reutilizar, reciclar y valorizar. Son las acciones que rigen este trabajo, reitera el gerente de Armonía (propiedad del grupo coruñés Fomento de Iniciativas), miembro de la directiva de Travega, la asociación gallega del sector. «En Galicia éramos 30 o 40 desguaces y ahora hay 130 o 140», indica. En el de As Somozas hay vehículos de más de 20 años y otros de uno y medio o dos, híbridos y eléctricos. Todos pasan por la máquina de diagnosis: «Para dar garantía los tienes que probar». Colaboran con los bomberos, para los ejercicios de excarcelación o extinción incendios, y con el CIFP Someso, de A Coruña. Los portes son el único hándicap de operar lejos de las grandes ciudades. «Mi obligación es que funcione, y eso es por el equipo humano», remarca Insua.