«Nunca imaginé que llegaría a estar donde murió mi padre»

Ana F. Cuba CARIÑO

CARIÑO

El avión militar británico en el que iba su progenitor se estrelló el 12 de junio de 1942 en O Limo

22 may 2016 . Actualizado a las 05:00 h.

Modesto Fraguela tenía 12 años cuando, el 12 de junio de 1942, se estrelló contra la Punta do Limo, en la costa de Cariño, un avión de la Fuerza Aérea Británica (RAF). «Vivía en A Bacariza, cerca del lugar del accidente, tenía una yegua y me la alquilaron para ir a buscar el cadáver del piloto [el único de los seis tripulantes del que se encontró el cuerpo íntegro], era alto y rubio, le estoy viendo la cara, le faltaban los zapatos y el reloj, aunque se notaba la marca (...). El avión cayó en un rellano, arriba solo quedó la cabina, estuve dentro, llevaba ametralladoras, el resto se fue por el acantilado abajo». El canadiense Leonard Moar, de 77 años, y su nieta Christine, de 32, escuchan con atención, cautivados por el minucioso relato de este cariñés de 86 años, testigo, igual que su hermana Carmen, de 98, de un suceso que alteró la rutina del pueblo ortegano y marcó la vida de una joven quebequense y de su único hijo.

Alexander Seaton Lorimer, artillero, fue una de las víctimas. Nacido en Dunkeld (Escocia) en 1909, había emigrado a Quebec para incorporarse a la Hudson?s Bay Company, la mayor firma comercial de Canadá aún en activo, fundada en 1670 (centrada entonces en el negocio de las pieles). «Se hizo muy amigo de nuestra familia [siete generaciones han trabajado en la Hudson?s Bay Company, yo soy la primera que no lo hace]», cuenta Christine, policía municipal. «Echamos tres días recuperando los restos, fui varias veces a llevar militares en la yegua... Nada me pagaron, era trabajar para el inglés», prosigue Modesto, que responde a la curiosidad de Leonard con la ayuda de la intérprete, Ana Carballo. «Os mariñeiros que os rescataron tiveron que amarrarse con cordas e despois de meter os corpos en sacos, halaron deles pola ribeira para enterralos no cemiterio de Cariño (...)», lee en voz alta otro cariñés, Pepe Riola, de un texto de Hixinio Puentes.

«Un regalo de Alexander»

Leonard tenía tres años cuando perdió a su progenitor, «obligado a ir a la guerra, como todos los canadienses». «¿Dónde está mi papá?, le preguntaba a mi bisabuela [Phyllis Moar, nacida en 1918 en el campo, en una familia cree, uno de los grupos nativos norteamericanos, en la provincia de Quebec] y ella le decía ?te lo contaré cuando seas mayor?. Pero enfermó de tuberculosis, pasó varios años aislada en un sanatorio y falleció cuando él tenía nueve», aclara Christine, sin tiempo para hablarle de su padre, el novio con quien no había llegado a casarse. «Mi abuelo guardó para sí todas sus dudas, sabía que su papá había sido militar, estaba muerto y le llamaban Sandy».

Pero un día Christine empezó a indagar, con la ayuda de Internet. «Y lo encontré todo, de forma casi mágica, como si fuera un regalo de Alexander», agradece, aún fascinada por todo lo ocurrido estos últimos días. Primero halló a la familia de su bisabuelo, en Escocia, y después el lugar donde estaba enterrado, en Bilbao (adonde habían sido trasladados finalmente los cadáveres), y el punto exacto del «accidente o ataque -duda-, ocurrido durante la Segunda Guerra Mundial». Cuando acabó la investigación se dio cuenta de que aún le quedaba algo pendiente, acompañar a su abuelo a Europa.

Un exhibición aérea celebrada a 12 horas en coche de Mashteniatsh, donde viven, sirvió de detonante. Sorteaban un vuelo en un aparato idéntico al que había tripulado Sandy, pero no hubo suerte. «Vi que mi abuelo lloraba y aquello me tocó. Alquilar la aeronave una hora costaba 3.000 dólares y por ese dinero podíamos viajar a España y a Escocia», pensó. «Cuando me lo propuso me sorprendí y le dije que no porque se necesita dinero y yo estoy jubilado y no lo puedo pagar (...). Pero ahorró, esperamos a sus vacaciones y aquí estamos. Nunca imaginé que llegaría a ver el sitio donde murió mi padre», reconoce, emocionado, Leonard.

El sueño de Christine se ha hecho realidad: «Mi abuelo está muy feliz». El día 15 de mayo recalaron en Bilbao y visitaron la tumba de su bisabuelo; de ahí se desplazaron a Cariño, donde han conocido «una versión directa» de lo sucedido; y el viernes volaron hacia Escocia, para encontrarse con sus primos (algunos residen en la misma casa donde nació Alexander) y acabar de reconstruir la historia. Aún les queda un alto en la base militar británica de Saint Eval, de donde partió el avión el 12 de junio de 1942 a las 12.10 horas, de patrulla por la costa española.