La clave del éxito del gastrobar O Amanexo, en Cedeira: «Producto de calidad y elaboraciones diferentes»

Miguel Ángel López, Miti, cedeirés de 37 años, trabaja desde los 17, cuando acabó el ciclo medio de Cocina en el actual CIFP Fraga do Eume, en Pontedeume. Pasó por El Pantano (Cecebre), O Castro (Pantín, Valdoviño) o el Pazo do Monte (Ferrol), donde ejerció de jefe de cocina durante siete años. En 2017 se decidió a emprender un proyecto personal y abrió O Amanexo, un gastrobar, en el antiguo Tía María. «Confiaba mucho en las posibilidades de Cedeira, siempre me tiró la tierra», subraya, decidido a montar otros dos proyectos gastronómicos, «alternativos, diferentes y que no hay en Cedeira», y que prefiere no desvelar aún.

O Amanexo no tardó en llenarse. «Está muy céntrico y le vi muchas opciones, por metros de bar y por el sótano, donde monté el obrador para las elaboraciones (la cocina está arriba)», explica. Ya son siete personas trabajando en el negocio, que acaba de ganar el Concurso de Tapas de Outono del Concello (es el tercero de los cuatro celebrados en el que logra el apoyo del público), con una receta de costilla de cerdo asada y deshuesada, chimichurri de calabaza, kikos de calabacín, parmentier de castañas, boletus confitados y cristal de grelo.

Describe la fórmula que explica el éxito del local como una combinación de «producto de calidad, de cercanía, reconocible por el público, y una elaboración diferente». La costilla de cerdo se coció durante 19 horas. «Me gustan los tiempos lentos, la cocina al vacío, en una atmósfera protegida, en la que no hay oxidación ni ningún aroma volátil, los sabores son mucho más concentrados, es más pura, como la que hacían las abuelas en la cocina de leña», desgrana. Su propuesta gastronómica diferenciada ha logrado cautivar a la clientela.

«Al principio no teníamos menú del día, pero la gente te va insistiendo y optas por darlo, y funciona muy bien, servimos unos 70 al día. Tratamos de mantener la calidad, producto fresco de aquí, de tierra y de mar, pescado de la lonja de Cedeira, con tres o cuatro entrantes, tres o cuatro primeros, postre o café, por 12 euros», detalla. La noche del viernes y el fin de semana solo trabajan a la carta, y nunca falta la pizarra con las apuestas del día.

La tosta de jurel es de los pocos platos que resisten en la pizarra desde los inicios, a petición popular. «Es un entrante que gusta mucho», reconoce. La pandemia resultó especialmente dura para «una mente inquieta» como la de Miti, pero les sirvió, a él y a su pareja, que también trabaja en el establecimiento, para «sacar ideas». Y cuando se autorizó, de nuevo animados por sus clientes, empezaron a preparar comida para llevar, a puerta cerrada: «Nos sentimos muy apoyados por la gente, clientes que ahora son amigos, nos decían ‘a ver, vagos, os echamos de menos'».

De ánimo salieron reforzados: «Sabes que el trabajo es duro y sacrificado, pero ves que la gente está contigo... es la parte más bonita. Este verano me costó, sobre todo por no poder ver al niño [su primer hijo, de dos años]; son muchas horas, por la cocina que quiero hacer, pero al final es una satisfacción ver que se te reconocen el trabajo, que la gente sale muy contenta, vuelve y repite».

A Miti le gusta escaparse de los fogones para interactuar con los comensales y «saber sus inquietudes». «La gente valora una relación más personal, que le escuchen y valoren», sostiene. Es de los pocos hosteleros con plantilla estable «Valoro mucho la profesionalidad, es gente formada, con trayectoria, y estoy muy contento. Se trabaja mucho, pero en invierno somos más flexibles en horarios por conciliación familiar».

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