
Sharay, de 27 años, lleva seis meses trabajando al volante en Fene
30 jul 2022 . Actualizado a las 05:00 h.A Sharay Rodríguez una de las cosas que más le gustan es bailar: «Bailar cualquier cosa, yo voy a una fiesta con mis amigos y soy feliz», comenta. No lo dudó ni un momento ante la pregunta de qué le gusta hacer cuando no está al volante del taxi que conduce desde hace seis meses. Pero su profesión, que insiste en que le encanta, no deja mucho espacio para el ocio, así que aclara entre risas que «desde que estoy con el taxi, lo que más me gusta es dormir».
Lo cierto es que además de en bailar, dormir y conducir uno de los tres taxis adaptados de siete plazas disponibles en Fene, Sharay también tiene experiencia en la hostelería y como técnica de laboratorio. Precisamente las malas condiciones laborales en estos dos sectores fueron las responsables de que Sharay se zambullese en el mundo del taxi. Su tío, propietario de una licencia, fue quien le dio el empujón: «Me ofreció empezar a gestionarla y me aventuré».
Ahora, esta taxista que comenzó a trabajar justo antes de cumplir los 27, es la conductora de uno de los tres taxis que se reparten la noche en Fene. Reconoce que cuando comenzó a dar servicio la gente se extrañaba al verla al volante y manejando la silla para personas con discapacidad: «A veces alguna gente me miraba y se sorprendía de ver a una chica joven, como una niña», comenta divertida. Ahora todo el mundo la conoce ya, y además tanto ella como sus usuarios están descubriendo los puntos fuertes de ser mujer y joven, ya que tiene «algún grupo de chicas jóvenes que me llaman cuando van a tomar algo». Otros que están encantados con su servicio son los padres de «pandillas de niñas que empiezan a salir por primera vez y que siempre me llaman a mi», ya que al tener siete plazas pueden ir juntas. Sharay sabe lo que es ser una chica que empieza a salir, así que las deja a cada una en su portal y espera hasta que entren porque, según explica, «no quiero que pase nada que yo pueda haber evitado». Por desgracia, no todos los taxistas hacen esto, así que cuando la llaman para un caso así pero no está trabajando, Sharay les envía a un compañero de su confianza. Y es que, aunque no esté de servicio, ella siempre coge el teléfono para asegurarse de que el usuario tenga un taxi disponible.
Esto es posible porque tiene muy buena relación con sus compañeros, entre los que siempre se ha sentido «muy bien acogida y protegida». Además, el vehículo está equipado con una cámara de seguridad y con un sistema de alarma que, en caso de necesidad, emite una señal de aviso a todos los taxis del ayuntamiento en el que esté y del de al lado. Aunque el clima en general es muy bueno, y Fene un lugar tranquilo, Sharay alguna vez ha tenido que «marcar las distancias con algún comentario fuera de lugar, o incluso invitar a alguien a bajarse del taxi». No es la norma, pero estas situaciones a veces ocurren.
Otra cosa que lamenta de su trabajo es la falta de empatía de algunos usuarios: «Sigue habiendo gente que, con prisa, pide tres taxis para coger el que llegue antes». Explica que la subida de los precios del carburante está haciendo a la gente ser más consciente y agradecida con el trabajo de los taxistas y que a veces «los propios pasajeros me dicen que tenemos que subir las tarifas, pero eso no depende de nosotros».
Sharay es observadora y curiosa, y su experiencia al volante de un taxi, por el que pasan tantas personas cada día, le está valiendo para aprender y conocer realidades en las que nunca se había fijado: «Yo antes no sabía que había tanta gente con discapacidad, y ahora veo que los jóvenes que la tienen salen mucho». Entre ella y otro taxi adaptado gestionan los desplazamientos al centro de día de Fene. Y siempre aprovecha para recalcar que «los taxis adaptados y de siete plazas tienen, por ley, el mismo precio que los demás, así que si te cobran suplemento es ilegal».
Para el futuro, a Sharay le gustaría estudiar Enfermería porque «cuando era técnica de laboratorio descubrí que la sangre no me da tanto miedo», así que está preparando la ABAU. También le gustaría poder hacerse con su propia licencia de taxi. Pero, ¿cuál es el plan A y cuál el B? No lo tiene claro: «Eso ya tendré tiempo para decidirlo».