Reinventarse a los 50 con una tienda de tés y chocolates que reivindica el «koala time»
FENE
Tras trabajar a ritmo frenético en varias empresas, la fenesa María Sanmartín ha abierto un negocio que invita a vivir sin prisas
14 jun 2023 . Actualizado a las 20:57 h.La fenesa María Sanmartín sopló las velas de su 50 cumpleaños el pasado 8 de junio. Y solo dos días después, el día 10, inauguraba en el barrio de San Pablo de A Coruña —a un tiro de piedra de la calle Juan Flórez— El Koala, una pequeña tienda consagrada a los tés y chocolates selectos, que invita a despertar los sentidos con sabores y aromas intensos, pero también a disfrutar de la vida sin prisas. «El koala es un animal muy conocido por su ritmo de vida lento y relajado, y esa es precisamente la filosofía de este negocio. Quiero que la gente que visite la tienda sienta el koala time, que es algo así como un estilo de vida libre de estrés, en el que cada día sería bueno tener tiempo para hacer una pausa y regalarte a ti mismo diez minutos para disfrutar con calma de un chocolate o un té relajante», explica María.
Precisamente ese golpe de timón hacia un estilo de vida más pausado y menos frenético es lo que la animó a emprender recién cumplidos los 50, después de muchos años de trabajar a un ritmo trepidante.
«Durante quince años trabajé como secretaria técnica del departamento de Desarrollo de PortAventura, en la provincia de Tarragona, y aquello era un estrés continuo. El parque abría las puertas en marzo y los plazos no se podían cambiar de ninguna manera. Si ese año se había anunciado que habría un nueva zona dedicada al Far West, las obras tenían que estar listas para el día de la apertura sí o sí, aunque para eso tuvieses que pasar muchas noches sin dormir o renunciar a los fines de semana», rememora María, que antes de poner rumbo a Cataluña ya había emprendido en Ferrol con una tienda de alquiler de cedés mientras estudiaba Ingeniería Técnica Industrial en la Escola Politécnica de Serantes.
Tras esos tres intensos lustros de vida y trabajo en Cataluña, el estrés, otros problemas de salud y una ruptura sentimental llevaron a María a regresar a su Fene natal, en busca del «calor de la familia». En el barrio de San Valentín, donde se había criado y crecido, llevó las riendas de la librería fundada por sus padres y, al mismo tiempo, se sacó un título de FP sobre arquitectura civil. Y de allí dio después el salto a Culleredo, donde durante un año y medio estuvo trabajando para la firma Kimak, en la que formaba parte de un equipo que desarrollaba proyectos de interiorismo para firmas como Zara, Pull & Bear, Tous, Pepe & Jeans o Dior.
Pero todo ese no parar llegó a su fin el pasado mes de marzo, cuando se terminó su contrato con Kimak. «En ese momento pensé que podría encontrar trabajo en otra empresa del sector, pero con contratos temporales y yo a mi edad lo que busco es estabilidad. Por eso me animé a poner en marcha mi propio negocio», explica María.
Como siempre le han apasionado los chocolates, las infusiones y los tés, no lo dudó. Y fue así como el pasado sábado levantó la persiana de El Koala, donde, además de ganarse el pan, también espera poner en práctica ese modo de vida lento que simboliza el animal icónico de Australia. «A una tienda también le tienes que echar muchas horas, pero no es igual de estresante», apunta al comparar este trabajo con sus anteriores empleos.
Además, se muestra entusiasmada con el proyecto que acaba de poner en pie y no se cansa de ensalzar el «placer para los sentidos» que supone llevarse a la boca los producto que comercializa: bombones belgas, tés procedentes de China y la India, infusiones y tisanas digestivas o chocolates franceses con sabores inesperados. «Los hay de mojito y también de yuzu, que es un cítrico japonés que le da un toque muy especial y hace que el chocolate resulte fresco y nada empalagoso», apunta María.
Mirando al futuro, esta emprendedora planea ampliar la oferta de su negocio con nuevos productos de comercio justo. También quiere impulsar desde la tienda distintas iniciativas en defensa de los koalas, a través de las campañas que organiza una oenegé australiana. Y sobre todo, desea una vida larga y estable para su proyecto. «Mi objetivo es que el negocio crezca, se consolide y me pueda jubilar aquí», comenta ilusionada.